No cesan las vergüenzas para Bush

Pobre Bush, nada parece salirle bien últimamente.

Tenido por los propios estadounidenses como una especie de hazmerreir nacional, Bush se ha caracterizado en estos ocho años por su enorme torpeza. Sus discursos -tal como puede verse en varias páginas dedicadas al tema- son incoherentes, las normas internacionales de protocolo le resultan desconocidas y, por si fuera poco, tiene el mal hábito de que le gusta mentir.

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Los momentos embarazosos de Bush están bien documentados: la vez que casi se ahoga con un pretzel, el incidente del pavo plástico, el masaje que dio en los hombros a la canciller alemana Angela Merkel mientras participaba en una cumbre del G8 en ese país, el desliz de fechas que hizo cuando la reina Isabel II de Inglaterra realizó visita oficial a Estados Unidos, la vez que un ave hizo de las suyas sobre su brazo y cientos de casos más.

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Pero sin duda el más memorable de los incidentes tuvo lugar hoy, cuando en medio de una rueda de prensa en Iraq un reportero, iraquí, por demás, le lanzó un par de zapatos justo cuando hablaba del "progreso" logrado en esa nación a raíz la guerra que hace cinco años declaró Estados Unidos bajo el alegato de que se escondían allí armas de destrucción masiva.

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Todos sabemos que tales armas nunca aparecieron porque sencillamente no existían. También sabemos que por órdenes de Bush fue ejecutado Saddam Hussein, que Estados Unidos ha gastado miles de millones en esa guerra, que miles de soldados (dominicanos entre ellos) han muerto y que la economía de ese país fue descuidada, lo que a su vez generó la actual recesión mundial. ¡Con razón que le entraron a zapatazos!