Dondequiera se cuecen habas: pasajeros que iban de Cardiff (Gales, Reino Unido) a París recibieron el shock de sus vidas cuando el capitán de la nave les informó que no estaba capacitado para aterrizar. El problema, según trascendió, era la neblina que arropaba la pista de aterrizaje.
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"No estoy capacitado para aterrizar este avión" debe ser una frase que pone los pelos de punta a cualquiera que anda a más de 30 mil pies de altura, como era el caso. Dada la imposibilidad de aterrizaje, en este caso porque el piloto no había pasado su examen de baja visibilidad, el capitán decidió devolverse hasta su punto de origen, Cardiff, donde, por suerte, no había neblina.
Rápidamente el shock de los pasajeros se convirtió en furia, porque, obviamente, numerosos planes se fueron a pique, desde visitas en familia al Eurodisney hasta entrevistas de trabajo. Como para añadir insulto a la herida, estos mismos pasajeros habían soportado un retraso de 3 horas en el aeropuerto de Cardiff por... neblina.
Según la aerolínea, Flybe, el piloto tiene 30 años de experiencia, pero aún no ha completado su entrenamiento de baja visibilidad para el tipo de aeronave que pilotaba, un Bombardier Q400. Dos preguntas me surgen: si la neblina hubiese arropado a Cardiff por igual, ¿qué hubiese pasado? y ¿no se supone que en aviación comercial, precisamente por los imprevistos que pudieran surgir, los pilotos deben contar con todas las calificaciones posibles?
Juzgue usted mismo.
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