En septiembre, cuando ya la crisis estaba tomando forma y resultaba cada vez más difícil negar su existencia, directivos de la OPEP dijeron que el precio debía rondar los 100 dólares. Al poco tiempo el organismo cambió de opinión y trató de fijarlos en 70 dólares. Sin embargo, no es un asunto de deseos, sino de las condiciones del mercado.
Mientras los precios del petróleo subían sin control, dando origen a una crisis alimentaria que empeoraba a la vez que se usaban productos agrícolas en un intento por buscar alternativas a este hidrocarburo, la OPEP no hizo nada por detenerlos, a pesar de que estaban en un punto imposible. Al cabo de un tiempo, pasó lo que tenía que pasar: alcanzaron su punto máximo, aquel donde ya no había cabida para el crecimiento, y a seguidas lo inevitable, la sincerización del mercado.
Cuando el petróleo andaba por los 60 dólares en octubre, la OPEP trató de subirlos con la amenaza de un recorte en la producción que efectivamente fue anunciado (1.5 millones de barriles por día). Pero lejos de tener el efecto deseado, los precios siguieron bajando. ¿Por qué? porque el mercado no está en capacidad de asumir precios más altos. La demanda, por causa de la misma crisis financiera, ha bajado sustancialmente. A menor demanda, menores precios, tan sencillo como eso.
Ahora que está por debajo de 43 dólares, la OPEP pretende anunciar otro recorte en la producción, esta vez estimado en dos millones de barriles diarios. ¿Surtirá el efecto buscado? Es probable que no, al menos no inmediatamente. Si a los precios actuales las compras de petróleo lo que han hecho es bajar, entonces es ilógico pensar que van a aumentar si se aumentan los precios.
En lo que OPEP se decide a hacer su anuncio y los precios siguen bajando luego de algunas sesiones en la que subieron, varios analistas del mercado, como Superfund Financial en Singapur, coinciden en que los precios del petróleo se estabilizarán alrededor de los 40 dólares.
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