La verdad es que los estadounidenses son los que realmente elegirán el presidente que merecen. Ahora está planteado el dilema: si dar por sentada la posibilidad de elegir un presidente con los lineamientos programáticos y estructurales para encaminar a Estados Unidos por senderos de progreso y bienestar para las grandes mayorías, o seguir los pasos errantes de la política que ya no representa ni garantiza la esperanza del pueblo y mucho menos de los inmigrantes.
La sombra que encierra la candidatura de McCain por el Partido Republicano está plagada de los graves errores de la política estatal del presidente Bush, quien ha llevado al país a la peor crisis financiera en décadas, poniendo en duda el estatus de poderío de que ha gozado Estados Unidos por años.
Si el debate de esta noche mantiene o supera los patrones anteriores, la clase dominante en los Estados Unidos estará poniendo sus ojos en un hombre que ha roto los esquema tradicionales de la sociedad estadounidense para defender los nuevos paradigmas que procuran encauzar a mejor puerto el rumbo de una nave que parece hace tiempo navega sin timón.
Ojalá los estadounidenses se den la oportunidad de tener un presidente con la dimensión que proyecta el perfil del senador Barack Obama y su Partido Demócrata en estos tiempos que demandan reflexiones y cambios profundos.
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