Normalmente no soy muy seguidora de la pelota, sea invernal o de grandes ligas, pero, sin temor a equivocarme, la actual serie invernal dominicana ha sido una de las más accidentadas de los últimos tiempos.
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Efectivamente, en esta serie se ha visto de todo: jugadores agresivos, acciones sospechosas, riñas entre equipos y una que otra decisión controversial por parte de los árbitros. Asimismo, hemos visto cómo en este año las Aguilas cayeron estrepitosamente y los Toros se comportaron como nunca. Pero de todas las cosas que se han visto, la de hoy se lleva el premio.
Como si se tratara de una miniserie por capítulos, la suspensión del juego de esta noche entre Gigantes y Licey se deriva de una decisión controversial por parte del árbitro Mike Jarboe en el primer juego de la serie final, que fue ganado por el Licey con marcador de 3-2. Jarboe cantó lo que pudiera describirse como "out pero safe" a favor de Ronnie Belliard, del Licey, y en esas circunstancias el equipo azul ganó, lo que provocó ira entre los Gigantes.
Producto de esa ira, ayer uno de los jugadores de los Gigantes, Félix Martínez, intentó atacar a uno de los árbitros del home-plate, lo que fue impedido por otros jugadores. En consecuencia, la Liga Dominicana de Besibol decidió suspenderlo por mala conducta, pero al parecer la decisión no fue notificada a tiempo al maganer de los Gigantes, Luis Dorante, quien empeoró la situación al negarse a salir junto a su equipo al terreno de juego.
Y ahí lo tienen: por más de una hora los fanáticos, que habían pagado por ver acción, se quedaron en el aire, esperando a que empezara un juego que al final fue suspendido, declarándose ganador al Licey por forfeit. Dicho sea de paso, reinaba en el estadio un ambiente de confusión que era evidente hasta por TV.
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A mi entender, los Gigantes metieron la pata. Se entiende que la situación era incómoda, pero con su decisión de no salir a jugar tan solo le regalaron un juego al Licey, que está a un paso de coronarse campeón, y desataron la ira de una fanaticada que no está por aceptar esta clase de abusos.
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Es penoso que la pelota dominicana se haya convertido en un circo, como si estuviesen copiando de la política. Mientras tanto, ¿quién responde a la fanaticada?
En la imagen: Dorante y el árbitro (El Nacional)
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