Luego del ataque con bombas y fósforo blanco a la sede de las Naciones Unidas (ONU) en la Franja de Gaza, Israel tiene el descaro de pedir perdón e insistir en que se trató de un "grave error". Sin embargo, parece que Israel no tiene una posición clara al respecto, pues al rato salió el primer ministro Ehud Olmert justificando el ataque bajo la premisa de que palestinos abrieron fuego desde esa locación.
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Esto como que huele a cuento, pues no es la primera vez que la ONU, aún sea de manera indirecta, cae víctima de los despiadados ataques de Israel hacia la Franja de Gaza. Durante este conflicto, que empezó el 27 de diciembre, Israel ha llegado tan lejos como a bloquear la llegada de ambulancias, alimentos y ayuda humanitaria a los palestinos, atacando en cierto momento a uno de los camiones de la ONU, cuyo conductor resultó muerto.
Tomando en cuenta que había 700 palestinos refugiados en esa sede de la ONU, me parece que Israel sabía muy lo que estaba haciendo. Y viendo el tono arrogante con que sus dirigentes militares y de inteligencia han manejado la situación, no me sorprendería nada.
No solo Israel ha violado toda clase de leyes internacionales al usar fósforo blanco y bombas diseñadas para mutilar, sino que ha demostrado ser imparable e intocable, gracias al apoyo tácito de Estados Unidos, su socio de siempre. Peor aún, han mostrado los israelíes un orgullo y arrogancia que meten miedo.
En días pasados Ehud Olmert declaró públicamente que llamó al presidente estadounidense George Bush para que la secretaria de estado, Condoleezza Rice, se abstuviera de votar a favor de un cese al fuego, y así pasó. No solo eso, comandantes de la operación contra la Franja de Gaza han declarado sin el menor resquemor que hay que arrasar con Gaza.
La ONU, como en tantas otras ocasiones, ha quedado muy mal parada ante su imposibilidad de controlar a la bestia de Israel, lo que demuestra que el mundo pertenece a unos pocos que son muy poderosos.
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Foto: nytimes.com
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