Fuente: MSNBC
Como bien dice el periódico Hoy en su introducción, Arelia Margarita Taveras era hasta hace poco la prueba fehaciente de que el "sueño americano" puede convertirse en realidad. Sin embargo, los logros que obtuvo en el campo del Derecho al defender a las víctimas del vuelo 587 de American Airlines que se estrelló el noviembre 2001 se desvanecieron como consecuencia de su adicción a los casinos.
Ahora que ha sido inhabilitada de ejercer su carrera por usar el dinero de sus clientes en su pasatiempo, después de haber perdido su casa y la de sus padres, en fin, después de haber caído en un abismo, Arelia, quien es de origen dominicano, ha decidido demandar a seis casinos de Atlantic City y uno de Las Vegas por 20 millones de dólares.
Cierto, es una pena que la vida de una persona se vea arruinada por estar jugando descontroladamente en los casinos, pero, ¿de quién es la culpa? Arelia demanda a los casinos porque estos alegadamente no tomaron ninguna acción a pesar de que resultaba evidente que tenía problemas de adicción al juego.
En su relato, ella confiesa que en cierta ocasión duró 5 días sin dormir ni comer, solo jugando y tomando jugo de naranja y uno que otro bocadillo que le llevaba el personal del casino. Al quinto día de estar en eso, un croupier la mandó a dormir diciéndole que estaba cansada y ya no sabía lo que estaba haciendo.
Al igual que la drogradicción, la ludopatía es una enfermedad difícil de controlar y que puede dar al traste con las finanzas y salud mental de quien la padece. Muestra de ello es que Arelia hasta contempló el suicidio cuando se vio en tan nefasta situación. Mientras tanto, la demanda a 5 de los seis casinos de Atlantic City fue desestimada por asuntos técnicos, aunque el juez le autorizó a radicarlos nuevamente en abril.
Como era de esperarse, los casinos han reaccionado diciendo que esos problemas se los buscó Arelia, que ellos no han hecho nada malo. Preguntar de quién es la culpa es casi el equivalente de qué vino primero, si el huevo o la gallina. Por un lado, es deber de cada cual tomar decisiones responsables y saber cuando parar. Por el otro, el negocio de los casinos es más próspero en la medida en que la gente juegue sin el menor control. Los casinos atraen al público con una explosión de colores, publicidad atractiva, promesas de grandes ganancias y comidas y bebidas gratuitas.
El único chance que tendría Arelia de ganar el caso es si logra sensibilizar al jurado y a la opinión pública acerca de un problema que es más común de lo que se cree. En cambio, si lo comparan con las demandas hechas a McDonald's y otras cadenas de comida rápida cuando se desató la epidemia de obesidad, las probabilidades son prácticamente nulas.
Como bien dice el periódico Hoy en su introducción, Arelia Margarita Taveras era hasta hace poco la prueba fehaciente de que el "sueño americano" puede convertirse en realidad. Sin embargo, los logros que obtuvo en el campo del Derecho al defender a las víctimas del vuelo 587 de American Airlines que se estrelló el noviembre 2001 se desvanecieron como consecuencia de su adicción a los casinos.
Ahora que ha sido inhabilitada de ejercer su carrera por usar el dinero de sus clientes en su pasatiempo, después de haber perdido su casa y la de sus padres, en fin, después de haber caído en un abismo, Arelia, quien es de origen dominicano, ha decidido demandar a seis casinos de Atlantic City y uno de Las Vegas por 20 millones de dólares.
Cierto, es una pena que la vida de una persona se vea arruinada por estar jugando descontroladamente en los casinos, pero, ¿de quién es la culpa? Arelia demanda a los casinos porque estos alegadamente no tomaron ninguna acción a pesar de que resultaba evidente que tenía problemas de adicción al juego.
En su relato, ella confiesa que en cierta ocasión duró 5 días sin dormir ni comer, solo jugando y tomando jugo de naranja y uno que otro bocadillo que le llevaba el personal del casino. Al quinto día de estar en eso, un croupier la mandó a dormir diciéndole que estaba cansada y ya no sabía lo que estaba haciendo.
Al igual que la drogradicción, la ludopatía es una enfermedad difícil de controlar y que puede dar al traste con las finanzas y salud mental de quien la padece. Muestra de ello es que Arelia hasta contempló el suicidio cuando se vio en tan nefasta situación. Mientras tanto, la demanda a 5 de los seis casinos de Atlantic City fue desestimada por asuntos técnicos, aunque el juez le autorizó a radicarlos nuevamente en abril.
Como era de esperarse, los casinos han reaccionado diciendo que esos problemas se los buscó Arelia, que ellos no han hecho nada malo. Preguntar de quién es la culpa es casi el equivalente de qué vino primero, si el huevo o la gallina. Por un lado, es deber de cada cual tomar decisiones responsables y saber cuando parar. Por el otro, el negocio de los casinos es más próspero en la medida en que la gente juegue sin el menor control. Los casinos atraen al público con una explosión de colores, publicidad atractiva, promesas de grandes ganancias y comidas y bebidas gratuitas.
El único chance que tendría Arelia de ganar el caso es si logra sensibilizar al jurado y a la opinión pública acerca de un problema que es más común de lo que se cree. En cambio, si lo comparan con las demandas hechas a McDonald's y otras cadenas de comida rápida cuando se desató la epidemia de obesidad, las probabilidades son prácticamente nulas.
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