Entre denuncias, protestas, reclamos absurdos y escándalos se han desenvuelto los últimos meses en el país. Todo esto es obra y gracia de la incesante política, caldo de cultivo para las más variadas formas de presión a un Gobierno que al parecer se va a quedar cuatro años más.
No se llame nadie a engaño. Los médicos tienen días protestando en reclamo de un aumento salarial y otras reivindicaciones, y si bien las demandas han sido atendidas por el Secretario de Salud, el presidente del gremio insiste en un cara a cara con el mandatario. Como no lo han complacido, armó una marcha que terminó a bombazos y chorros de agua por parte de la Policía Nacional. Si esto fue necesario o no ya es otra cuestión, pero de que los médicos tienen a más de uno cansado con sus artimañas no es cuento.
Luego están los choferes de concho, que con sus interminables paros sorpresa, quejas, violaciones a la ley y exigencias de subisido se han hecho merecedores del mote "los dueños del país". Presos deberían estar estos ilustres ciudadanos, que poco o nada aportan al país.
Cada quien tiene su derecho a quejarse, pero por la proximidad de las protestas y la insistencia de rechazar el diálogo para realizar marchas se concluye que son artificios para aprovechar la coyuntura electoral. Si el gobierno cede ante los reclamos, es un signo de debilidad. Si se queda de brazos cruzados, es malo igual. ¿Qué hacer?
Este ambiente tan cargado de acusaciones y contraacusaciones ya tiene a la mayoría de los dominicanos al borde del hastío, tanto que el deseo más común es que mayo llegue ya.
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