Me relata una persona que manejaba por la Kennedy que en días pasados, mientras esperaba el cambio de luz del semáforo, se le acercó un hombre pidiendo. El menudo estaba escaso, solo contaba con tres pesos, los cuales tomó con la intención de entregarlos al pedigüeño.
Para su sorpresa, el hombre rechazó enérgicamente las monedas. Tan grande fue el asombro que una de las vendedoras de periódicos se le acercó y le explicó que ese personaje es muy exigente, que no acepta monedas de a peso. Tras un breve instante de reflexión, optó por bajar su vidrio y vociferarle "¡ponte a trabajar mejor!", pues a todo esto el limosnero aparenta no tener impedimento físico alguno.
Este tema de pedir es muy viejo, solo que ahora se ha tornado exigente y hasta peligroso. Un individudo en la 27 con Lincoln intimidaba a los conductores cargando una tremenda piedra en sus manos, una especie de amenaza implícita. Otros asedian al conductor poniendo caras tristes y dando manotazos al carro si no obtienen lo que quieren.
.
¿Acaso estamos obligados a cargar con el monedero lleno para cuando nos vengan a pedir? Si no tenemos menudo, ¿estamos obligados a regalarles 100, 200, 500, mil o dos mil pesos? Si me quedo sin dinero por repartirlo en la calle, ¿quién me resuelve?
Tres pesos no será mucho dinero, pero si eso es lo que hay, quien pide está en la situación de aceptar lo que sea que le den. Muchos de esos que deambulan por las calles están en excelentes condiciones para hacer cualquier trabajo, pero, al decir de ellos mismos, a veces es más fácil y cómodo pedir.
Para terminar, se hace necesario que las autoridades delineen un plan para sacar a estas personas de las calles, para que vayan a un sitio más digno donde tengan la oportunidad de aprender algún oficio o donde se les pueda dar el cuidado adecuado si sufren de demencia o cualquier otra enfermedad.
Comentarios
Publicar un comentario
Este blog no acepta vulgaridades. Modérese antes de comentar.