Es cierto que la campaña electoral es un tiempo muy especial donde abundan los discursos agoreros, las promesas, alianzas se forman y se rompen, las críticas al gobierno no se hacen esperar y hay una profusión increible de insultos y chismes.
Ese es el ambiente que cada dos años tenemos que soportar los dominicanos, pues las elecciones presidenciales están separadas de las congresuales desde que se acortara el periodo presidencial de Joaquín Balaguer a dos años tras ser elegido presidente en 1994, elecciones memorables por las acusaciones de fraude y sus consecuencias.
Quizás mi percepción esté errada, pero creo que nunca antes había visto semejante circo por parte de la oposición, que hasta ha amenazado con retirarse de la contienda electoral para luego desmentir tal afirmación, que fue pintada como un rumor lanzado no se sabe por quien.
Junto con las crecientes demandas de médicos y transportistas, la oposición se ha mantenido muy ocupada haciendo denuncias de uso de fondos públicos, compra de conciencias y demás cosas que estamos hartos de ver a través del tiempo. Todo eso que han querido convertir en escándalo, lo ha hecho la oposición cada vez que ha estado en el poder. Lo único diferente aquí son los protagonistas.
Cierto, el que una persona u organización haya hecho algo indebido en el pasado no justifica que la práctica continúe hasta nuestros días. Pero entonces saca a relucir un punto: ninguno tiene calidad moral para quejarse, y no hay garantías de que no lo vuelvan a hacer, a menos que se introduzcan cambios sustanciales en la manera en que se manejan los partidos y la política en general.
Desde mi punto de vista, toda esta alharaca que está armando la oposición es un intento por ver si desvían la tendencia que muestran todas las encuestas serias que se han realizado respecto a la intención de voto. Tan solo hay que ver que hasta una cumbre de oposición están anunciando, evento que si llega a tener difusión fuera del país tan solo nos perjudicará, pues da la impresión de que estamos al borde de una dictadura o algo así. Ideas equivocadas como esa pueden salir muy caras a la larga.
El pueblo dominicano está tan hastiado de la política que poco caso hace a las denuncias que periódicamente presenta la oposición, a sabiendas de que es más de lo mismo. Igual ocurre con médicos y choferes, nadie apoya voluntariamente sus huelgas y protestas.
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