Luego del recorrido inaugural del pasado 27 de Febrero la fiebre por el Metro de Santo Domingo lo único que ha hecho es crecer, atrayendo una cantidad masiva de personas ansiosas por montarse y probar lo que ha sido descrito como una maravilla.
Tal es el afán por ver, tocar y sentir el Metro que los viajes preliminares gratuitos han sido suspendidos en vista de la gran afluencia de visitantes, quienen se han aglomerado día tras día en las estaciones, generando un caos matizado por el comportamiento desordenado que viene mostrando una buena parte de los dominicanos desde hace años.
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La situación descrita aquí, unida a las reacciones desfavorables en torno a la declaración de que no se podrá masticar chicle en su interior, dan la idea de que antes de poner a funcionar el Metro se deberá educar a la población respecto a los beneficios de esta obra y la importancia de cuidarla.
El deterioro que se ve en cada esquina de la ciudad es el reflejo de una sociedad que ha ido perdiendo gradualmente su civismo. La misma gente que tira basura en las calles, que camina sobre la grama y que desbarata obras públicas y privadas por puro placer es la que va a usar los servicios del Metro.
Esto es solo una muestra de que debe actuarse rápido para que el mensaje llegue claro a la ciudadanía: preservar la limpieza y el buen funcionamiento del Metro y sus estaciones es una tarea de todos. Solo así progresan los pueblos, cuidando las obras que se han construido para su beneficio, lo que permite generar fondos para otras obras igualmente necesarias.
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