Foto: Businessweek
1. Se reconoce que la educación es vital para que la República Domincana salga adelante. Sin embargo, todos los años la queja es la misma: que en el Presupuesto se otorgó una partida menos que aceptable a este sector, lo que viene acompañado de advertencias sobre lo poco que puede hacerse con esos recursos, que apenas alcanzan para cubrir lo básico. En pocas palabras, los maestros no recibirán aumento salarial y algunos proyectos simplemente no podrán materializarse. Y mientras se debate esto, queda el caso de los niños intoxicados en Jarabacoa con el desayuno escolar, algo que pinta a sabotaje.
1. Se reconoce que la educación es vital para que la República Domincana salga adelante. Sin embargo, todos los años la queja es la misma: que en el Presupuesto se otorgó una partida menos que aceptable a este sector, lo que viene acompañado de advertencias sobre lo poco que puede hacerse con esos recursos, que apenas alcanzan para cubrir lo básico. En pocas palabras, los maestros no recibirán aumento salarial y algunos proyectos simplemente no podrán materializarse. Y mientras se debate esto, queda el caso de los niños intoxicados en Jarabacoa con el desayuno escolar, algo que pinta a sabotaje.
2. Los menores se han convertido en un azote para la sociedad dominicana. Participan en crímenes horrendos, conforman pandillas, consumen drogas, muestran un comportamiento lascivo y un largo etcétera. Cuando estos caen en manos de la policía, a menudo hay quejas porque las condenas, si las hay, son muy benignas, algo que relacionado directamente con el código del menor. Convencidos de que hay que reformar el referido cógido, varias entidades debaten la situación, pero siempre aparece alguien que dice que esta no es la solución. Entonces, ¿en qué quedamos?
La solución, al decir de muchos, es que se enderece el país por todos lados, algo que ciertamente sería deseable. Pero en lo que ocurre eso, que va a tomar varios años cuando alguien finalmente se decida hacerlo, ¿por qué no imponer penas justas a quienes cometen fechorías? Si un adolescente o un niño mató, robó o cometió cualquier otra fechoría, debería de juzgarse en base al crimen, no a la edad.
Es cierto que en la medida en que aumentan las oportunidades para los jóvenes y hay una mejor distribución de las riquezas disminuye la violencia. Pero la sociedad no puede darse el lujo de esperar a que el panorama cambie por sí solo sin antes enfrentar su realidad actual. Para que haya cambios reales, todos tenemos que participar, y en el interín, que la justicia haga su trabajo.
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