En República Dominicana queremos vivir del turismo, y lo cierto es que tenemos suficientes atracciones para ello, pero... hay un gran problema. No valoramos, no cuidamos y no le damos mantenimiento de nuestras cosas. La Zona Colonial, la tacita de oro de Santo Domingo, siempre está a la espera de un esplendor que no llega. Es una pena que un sitio con tanta historia, declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO, esté sucio y abandonado en muchas partes. Cierto es que hay un buen conjunto de edificaciones en buen estado, que está repleta de hoteles y restaurantes y que tras la pandemia (bueno, estamos aún en pandemia, pero se entiende) ha vuelto el dinamismo que le caracterizaba, pero lo que son monumentos y aceras están faltos de mantenimiento. Quizás lo peor que tiene la Zona Colonial sea el mal olor a pipí, cloaca y aguas negras que emana en muchos de sus puntos. Lo ideal es recorrearla a pie, pero esos olores no ayudan, denotando de paso falta de limpieza o, quizás, de aut
Reflexiones acerca de la existencia humana y de cómo la misma gente puede hacer la diferencia. Contenido original.