Las actuales autoridades edilicias de Santo Domingo, especialmente en el Distrito Nacional y Santo Domingo Este, hablan mucho acerca de la necesidad de transformar la ciudad de manera que esta sea agradable tanto a residentes como visitantes. Sin embargo, para lamento generalizado, esos planes solo se quedan en palabras: raras veces pasan a la acción. ¿Cómo lograr una transformación que en realidad urge? Desde cualquier ángulo que se mire, Santo Domingo es una ciudad a falta de cariño, tanto de su propia gente como de las autoridades llamadas a mantener el orden y el embellecimiento del ornato. Un recorrido, sin importar el sector, muestra calles en mal estado, aceras ocupadas, basura por montones, áreas verdes descuidadas y una suciedad generalizada que es agravada por falta de luz en las noches y la ausencia de facilidades adecuadas para discapacitados o para recrearse al aire libre. Caos en la Duarte con París (El Nacional) No hay en Santo Domingo las facilidades adecu
Reflexiones acerca de la existencia humana y de cómo la misma gente puede hacer la diferencia. Contenido original.