Pregunte a cualquiera, y la respuesta siempre será la misma: relacionarse con la gente, sea a nivel de amistad, familia o pareja, es difícil. El primer problema, y la razón fundamental por la que es tan difícil relacionarse es que, efectivamente, cada cabeza es un mundo. Mis creencias, valores y forma de proceder no son iguales a las de nadie más; si acaso podrían ser ligeramente similares y compatibles con las de otros. El segundo problema es la comunicación. Donde hay claridad a ese nivel es poco probable que haya problemas, pero... la cosa se complica por influencias externas y problemas internos propios de la persona. A la mayoría de la gente se le hace difícil hablar de aquello que perciben como un fallo o una tara sobre su persona o personalidad. Cosas que hacen al individuo sentirse fracasado, a menos o avergonzado son difíciles de airear, aun cuando se tengan confidentes. El resultado de esta actitud perfectamente humana luego se ve reflejada en actitudes hurañ
Reflexiones acerca de la existencia humana y de cómo la misma gente puede hacer la diferencia. Contenido original.