El cambio climático, con su prospecto de mares desbordados y calor infernal, se considera la principal amenaza que enfrenta el mundo, pero no es así.
Por muy exagerado que parezca, lo que nos va a terminar de llevar al abismo será la vagabundería del wokismo, que con cada día que pasa no hace más que crecer.
En nombre del wokismo, todo es malo, todo es ofensivo, todo es represivo y todo es racista. Se ha llegado al extremo de plantear un supuesto lenguaje inclusivo que además de antojadizo es inservible. Palabras como "máster" son mal vistas porque se asocian a la esclavitud (máster = amo), opererándose cambios incluso a nivel de lenguajes de programación en apoyo a causas antirracistas. Es más, hasta el ajedrez es ofensivo por aquello de que las piezas son blancas y negras y las que van de primero son las blancas.
Las historietas y cuentos de siempre son ofensivos, inapropiados y racistas, y en vista de esta situación están siendo cambiados por versiones inclusivas y diversas que ponen gran énfasis en sexualidad desviada y otras preferencias cuestionables.
Las referencias históricas ofenden. Los museos ofenden. El orden ofende. La decencia ofende. Pensar ofende. El wokismo apuesta al libertinaje, ignorancia y anarquía, y a eso estamos llegando más rápido de lo que se quisiera.
Ahorita aparece algún ofendido con esta imagen. |
Estados Unidos, Reino Unido y otros países de Europa son, de momento, las principales víctimas de la ola de wokismo que está arropando al mundo. Fuerzas policiales sin apoyo monetario en ciudades como Nueva York han resultado en niveles de violencia y delincuencia comparables a los 70s. En California, entrar a una tienda y salir sin pagar es prácticamente legal porque se ha calificado este acto de robo como un delito menor y las autoridades (y los dueños de tiendas, farmacias y demás) no se molestan en hacer nada.
Bajo el wokismo, a la gente hay que dejarla hacer lo que le venga en ganas. Tratar de detener eso, lo mismo que tratar de poner orden, es represivo y ofensivo. Igualmente, bajo el wokismo, el acto de pensar está sobrevalorado y es desincentivado, no vaya a a ser que aparezca algún rebelde capaz de descifrar lo que está ocurriendo e iniciar una contracorriente.
El mundo está MUY CONVULSO. Tenemos un festival de volcanes que, de cierta manera, nos advierten que lo que se avecina no es bueno. Tenemos una pandemia que no cede y que trae nuevas sorpresas cada día. Tenemos una cadena de suministros mundial que está estacanda, resultando en escasez de inventario, retrasos en proyectos y otras cosas. No podemos olvidar que tenemos la amenaza constante del cambio climático, a la cual pocos le ponen la atención debida.
Quizás lo peor de todo es que hay una crisis de gobiernos malos en todo el mundo. Coger un periódico de cualquer país, llámese Estados Unidos, República Dominicana, Argentina, Reino Unido, Francia, Australia, India o Egipto revela una incompetencia tan global como insondable a nivel de las autoridades.
¿Cómo fue que llegamos hasta aquí? Por exagerado que parezca, esto es fruto del wokismo, un fenómeno que fue precedido por la dañina "corrección política" (political correctness) que fue tan común en los 90s y la primera década de los 2000s.
Si nos fijamos bien, todo tiene el potencial de ofender o molestar o irritar a otro. No es posible actuar de una forma en la que nadie se sienta mal, ofendido o ignorado porque, para lograr esto, habría que hacer nada.
En el mundo de hoy, hasta el agua ofende. Todo depende del contexto en que se mencione el término y el público al que nos dirijamos. A ese nivel es que ha llegado la cosa.
Esopo no se equivocó con la fábula cuya moraleja es que es imposible complacer a todo el mundo. Los líderes mundiales, los presidentes y demás autoridades deberían recordar esto y olvidar el wokismo y su carga de idealismo hipócrita.
Comentarios
Publicar un comentario
Este blog no acepta vulgaridades. Modérese antes de comentar.