Fuera de la zona metropolitana del Distrito Nacional, la provincia Santo Domingo carece de una estructura propia de una ciudad con más de 500 años de historia. Un vistazo a Villa Mella, Manoguayabo, Los Alcarrizos, Santo Domingo Este y otras localidades ubicadas fuera de la zona metropolitana nos deja con la sensación de que no hay políticas urbanísticas.
Cuando la ausencia de políticas urbanísticas se une a la pobreza, tenemos una situación que para muchos dominicanos representa el día a día. ¿Qué suele caracterizar a un barrio marginado? En primer lugar, las calles maltrechas. En segundo lugar, la presencia de cañadas, la falta de agua, escasez de infraestructura sanitaria adecuada, conexiones eléctricas enmarañadas, áreas verdes escasas y/o descuidadas y viviendas que suelen contrastar unas con otras.
Las observaciones que hago aquí se corresponden con la imagen de miseria a la que estamos acostumbrados desde los 80s, cuando empezaron a crecer los cinturones de miseria por efecto de la migración del campo a la ciudad, migración que ocurrió de manera desordenada, ante la vista de autoridades que nunca hicieron nada al respecto. Hoy pagamos las consecuencias de esa actitud de "dejar hacer". Por eso es que se ve a cada momento el drama de los desalojos forzados, en fin, por eso es que hay tantas desgracias cuando los fenómenos naturales azotan.
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En vez de dejarle al Gobierno central la tarea de arreglar esto, soy de opinión que debiera de aplicarse en el país el modelo descentralizado. Cada uno de estos sitios cuenta con su síndico, y ellos deben ser los responsables de establecer normas y mantener el lugar en condiciones adecuadas. Puede ser que ya sea tarde para sacar a la gente que contribuyó a la formación de estos cinturones de miseria, pero no es tarde para procurar una mejora en las condiciones. Lo que debe hacerse es hacer cumplir la ley y evitar nuevos asentamientos en lugares donde no hay condiciones.
En cualquier barrio de la provincia Santo Domingo es posible encontrarse un caserío bordeando un sector integrado por personas más pudientes, y, ojo, esto no es exclusivo de la periferia ni cosa parecida. Pero vayamos ahora a cosas más específicas.
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En barrios populosos los techos de zinc oxidado compiten con techos de concreto a medio terminar y que en la mayoría de los casos están adornados con tinacos, algo necesario en un país como este donde la problemática del agua parece no tener solución. Pero hay algo más que suele adornar a los techos: basura, desde gomas hasta desperdicios varios, como pedazos de madera, ropa vieja, hierros, etcétera, lo que se convierte en tremendo peligro en época de huracanes.
Las observaciones que hago aquí se corresponden con la imagen de miseria a la que estamos acostumbrados desde los 80s, cuando empezaron a crecer los cinturones de miseria por efecto de la migración del campo a la ciudad, migración que ocurrió de manera desordenada, ante la vista de autoridades que nunca hicieron nada al respecto. Hoy pagamos las consecuencias de esa actitud de "dejar hacer". Por eso es que se ve a cada momento el drama de los desalojos forzados, en fin, por eso es que hay tantas desgracias cuando los fenómenos naturales azotan.
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En vez de dejarle al Gobierno central la tarea de arreglar esto, soy de opinión que debiera de aplicarse en el país el modelo descentralizado. Cada uno de estos sitios cuenta con su síndico, y ellos deben ser los responsables de establecer normas y mantener el lugar en condiciones adecuadas. Puede ser que ya sea tarde para sacar a la gente que contribuyó a la formación de estos cinturones de miseria, pero no es tarde para procurar una mejora en las condiciones. Lo que debe hacerse es hacer cumplir la ley y evitar nuevos asentamientos en lugares donde no hay condiciones.
Mientras tanto, junto a la recogida de basura, las autoridades locales deben diseñar programas en los que se eduque a la población respecto al manejo adecuado de los desperdicios. Asimismo, trazar planes para delimitar calles en sitios donde estas sean inexistentes, para la construcción de viviendas de bajo costo para reemplazar casuchas frágiles, conservación áreas verdes y reforestación, todo esto con la participación directa de los moradores. Incluso estudiar la posbilidad de generar recursos propios para no depender tanto del gobierno central, un esquema que a la clara no deja muchos beneficios.
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Si cree que esto es imposible, La Zurza es un buen ejemplo de participación comunitaria. Y si la idea de lo descentralizado no le convence, tan solo estudiese el caso de Estados Unidos y compruebe por sí mismo.
Fotos tomadas desde el Metro de Santo Domingo
El problema urbano de Santo Domingo está muy bien analizado a la luz del metro. Y eso que la capital no está peor, gracias a la varilla y cemento que 'sembro' Balaguer. Tanto que se le criticó y atacó por llevar esa politica visionaria. Claro, que tuvo sus fallas, como bien señalas.
ResponderEliminarHago la salvedad que no soy parditario de ningún partido politico.
Un abrazo, Rocio.