Imagen: realsimple.comContrario a lo que pudiera pensarse, la calidad no es un concepto que solo aplica a productos terminados, sino que va en todo, desde los procesos hasta la supervisión y el servicio.
De que la calidad se ha ido a pique no hay ninguna duda, y vale notar que la tendencia es mundial. Por ejemplo, hace 30 años los productos (desde ropas hasta electrodomésticos) se hacían para que duraran toda la vida. Hoy, como eso no es negocio, tenemos una verdadera invasión de artículos desechables de toda clase.
Así como el criterio de producción ha cambiado drásticamente, lo mismo ha pasado con el servicio, siendo el problema mucho más marcado en República Dominicana, donde nunca ha habido políticas claras de devolución de artículos, ejecución de garantías, responsabilidad del vendedor ni mucho menos atención y solución oportuna de problemas.
Este problema de calidad se extiende a todas partes. Antaño la gente se esforzaba por brindar un servicio amistoso, con la mejor sonrisa y disposición. Hoy, sea personal o por teléfono, tenemos suerte de que nos den unos "buenos días" sosos, como mucho. Y si el cliente tiene una queja, olvídese, en cuestión de segundos la persona de servicio pasa de sosa a hostil. Igualmente pasa con las secretarias de oficinas públicas y privadas.
La cosa está que nadie quiere tener el mínimo trabajo: ya los trabajos del colegio y la universidad son un "cachú" gracias a la Internet y la magia del copy-paste, que da como resultado unas producciones en serie que nadie se molesta en variar ni revisar por si tiene faltas ortográficas. Los dependientes de tiendas se van por lo más fácil. Si no hay un artículo, con eso lo despachan, sin siquiera dar alternativas. En un restaurante pasa igual. Hasta en los hoteles ha decaído la calidad del servicio, que se supone es algo prioritario.
En este mundo al revés el perfeccionista, el original y el que se faja son tres especies en vías de extinción, lo mismo que la gente con modales y que respeta la puntualidad. ¿Habrá marcha atrás?
Rocio, vivimos en una sociedad de consumo. Mientras más malos sean los artículos, más pronto habrá que reeplazarlo.
ResponderEliminarAdemás a veces tenemos unos muebles que están muy buenos, pero que ya nos cansamos de verlo y por eso queremos cambiarlo.
Un abrazo, querida Rocio.
No me refería tanto a la calidad de artículos físicos, más bien a que la gente ya no se esfuerza por hacer las cosas bien. Por eso hice énfasis en el servicio.
ResponderEliminarAún así, tienes razón en tu comentario.
Saludos