Foto: bigotez
Desde ya se han hecho los paralelismos correspondientes entre el Metro de Santo Domingo y lo que hasta hace poco era la única opción de transporte público para miles de ciudadanos: carros de concho y voladoras.
Aún cuando no se haya usado el Metro, las diferencias están a la vista. Mientras que los carros de concho y voladoras se caracterizan por ser chatarras sin el mínimo de comodidad, el Metro es espacioso, limpio y agradable.
Los ilustres choferes hacían de la experiencia de transporte público un verdadero infierno gracias a sus constantes abusos, que iban desde tigueraje al cobrar hasta trifulcas en público entre sindicatos rivales. Por si fuera poco, estos choferes eran en extremo rudos, malolientes y manejaban con ímpetu suicida, cualidades a las que se debe añadir su afán por hacer huelgas y paros sorpresa por cualquier motivo.
Visto el caso, no es ninguna sorpresa que los pasajeros prefieran el Metro, aún cuando salga de gratis en el otro sistema.
Pero los contrastes con el Metro no se quedan ahí. Una reseña publicada en el periódico Hoy por Marién Capitán habla de otro tipo de diferencia: el shock de pasar de una estación ordenada y limpia al caos que impera en las calles de nuestra ciudad. Al decir de esta periodista, el desencanto es mayúsculo cuando se sale de la estación Amín Abel, la que está cercana a la UASD. Basura, caos vehicular y vendedores ambulantes parecen competir por un espacio en esa zona.
Quizás estoy siendo muy optimista, pero es posible que a partir del Metro el ciudadano dominicano promedio retome los hábitos de antaño en el sentido de cuidar su ciudad y su entorno. Quizás se acostumbre la gente a ser más ordenada, a comportarse mejor, como resultado de las reglas de uso del Metro. Ojalá y así sea, porque esta ciudad es un desorden de arriba hasta abajo.
Excelente post sobre el Metro. Si yo fuera Leonel de inmediato te doy una "botella".
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