Hace par de días comentaba en este blog del caso de dos mujeres -una en Canadá, la otra en Nueva York- que habían engañado a miles de personas con sus falsas historias de cáncer. Una de estas mujeres, Ashley Kirilow, había admitido que se trataba de un intento desperado por llamar la atención. La otra se empeña en negarlo, a pesar de la evidencia que hay en su contra.
Pues bien, siguen los engaños, esta vez se trata de Bethany Storro, que a principios de este mes fue "víctima" de un ataque con ácido que le quemó la cara en Vancouver (Washington), Estados Unidos. Al dar sus declaraciones, Bethany señaló a una joven de raza negra como la atacante, relatando como ésta le tiró el líquido cuando se disponía a entrar a una tienda Starbucks a comprar un café. Para añadir dramatismo a su historia, dijo que el ataque fue de sorpresa y que jamás había visto a esa muchacha.
Tras varias semanas de investigación policial, donaciones a nombre de Bethany Storro y una oleada de simpatía hacia ella, salen hoy las revelaciones más sorprendentes: no hubo ningún ataque. Las quemaduras de Bethany son reales, pero a confesión propia, ella misma se hizo el daño. Ahora se estudia la posibilidad de someterla a la justicia por el engaño, y de paso se busca la manera de devolver el dinero a los donantes.
¿Y este afán de llamar la atención inventando historias tristes? ¿Será una consecuencia de ver tantas películas de Hollywood o novelas sin sentido? El día que a gente como Bethany Storro, Ashley Kirilow y Jessica Vega les pase algo de verdad, va a pasar como en ese cuento de "Pedro y el lobo", donde un niño se inventó que un lobo lo perseguía. Al principio la gente reaccionó y fue en búsqueda del lobo, pero se trataba de un engaño. Por par de días se dio esta dinámica, pero al tercer día, hartos del mismo cuento, cuando el niño gritó que el lobo le perseguía, nadie le hizo caso... solo que esta vez era de verdad.
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**En la imagen: Bethany Storro muestra sus quemaduras y tras ser vendada**
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