Bajo el lema de CAMBIO, Barack Obama logró una hazaña al convertirse en el primer presidente negro en la historia de Estados Unidos. Al tomar posesión dio un discurso cargado de energía positiva que ayudó a afianzar aún más la sensación de esperanza que había despertado entre los millones de estadounidenses que votaron por él.
Desde que arrancó como presidente, Obama aprobó una serie de estímulos con la finalidad de impulsar una economía que se vio severamente afectada por el lío hipotecario que salió de las tasas subprime, evento que tuvo consecuencias de carácter mundial y que vio a muchos residentes en Estados Unidos perder sus casas, lo mismo que bancos que cerraron, firmas de corretaje declaradas en bancarrota y el desplome sucesivo de las bolsas de valores.
En medio de este escenario de economía maltrecha, situación agravada por las cada vez mayores metidas de pata del presidente saliente George W. Bush, Obama asumió el poder. Prometió muchas cosas: reforma de salud, cese a la guerra de Irak, cierre de la base de Guantánamo, reforma migratoria, reducción del desempleo y un largo etcétera. De lo mencionado acá, solo ha cumplido con la reforma de salud, que ha sido ampliamente criticada.
Como consecuencia de su desempeño, que muchos califican de flojo, la popularidad de Obama se ha ido reduciendo paulatinamente, al punto de que el propio partido demócrata corre peligro en las próximas elecciones congresuales.
¿Qué tan mal está Obama? Lo suficiente como para haber sido enfrentado por una ciudadana de clase media en medio de un encuentro municipal. En efecto, Velma Hart aprovechó la ocasión para decirle a Obama directamente en su cara que se siente decepcionada al ver que el cambio que tanto prometió aún no se materializa. Llegó incluso a decirle que está cansada de defender sus actuaciones cuando es evidente que las cosas no han mejorado. Mientras suceden estas cosas, 35% de los estadounidenses revelan preferir a Bush sobre Obama en las actuales circunstancias.
¿Suena conocida esta historia? Claro que sí. Es una historia que se repite en todas partes del mundo, y es por eso que hay quienes definen a la política como el arte del engaño.
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