Foto: Franklin Marte/Imágenes Dominicanas
A los problemas de basura, paredes embadurnadas, desagües tapados, semáforos inservibles, calles maltrechas y vendedores ambulantes que caracterizan a Santo Domingo y el Distrito Nacional se añade un problema que si bien es viejo en los últimos tiempos ha empeorado: los pedigüeños, que los hay toda clase, colores y razas.
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Dentro de este tema particular resalta la legión de niños haitianos que se ha lanzado a las calles a pedir limosna a la vez que hacen intentos fallidos por limpiar cristales a conductores que están hartos de los limpiavidrios, sean estos adultos, dominicanos o marcianos. Intersecciones como la Pedro Henríquez Ureña con Alma Máter y Churchill con Gustavo Mejía Ricart se han convertido en un verdadero problema para quienes tienen que detenerse ahí.
Quienes piden en esas esquinas, sean haitianos o dominicanos, creen que es obligatorio complacer sus peticiones. Cuando se les hace señas de que no interesan sus servicios de limpieza o que no hay nada que dar, se ponen a golpear las puertas de los carros, a hacer moriquetas y, en algunos casos, a amenazar con alguna agresión, como ocurrió una noche en la 27 con Lincoln.
Pero sin duda alguna el colmo de esta situación es la denuncia que se hizo ayer por televisión en el sentido de que haitianos desnudos han sido sorprendidos bañándose en las llaves de agua del parque aquel que han bautizado como Zooberto, que está en la Kennedy con Lincoln, por los predios de Ikea y La Americana.
Definitivamente que hace falta que alguien ponga el orden, porque ese es un espectáculo desagradable que no tiene justificación alguna. Pero mientras aquí sigan mirando para otro lado seguirán pasando cosas.
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