Samaná está de moda, y eso se puede observar en la cantidad de proyectos inmobiliarios y hoteleros que actualmente se desarrollan en la zona.
Este viernes, que marcó el inicio de un fin de semana bastante largo, se vio gran flujo de vehículos por la carretera nueva que conduce a ese destino, y cuando se indagaba en hoteles, todos estaban llenos. A todo esto, estamos en época de ballenas y en temporada alta.
Las Terrenas, Las Galeras, El Limón, todos los lugares en Samaná parecen tener un atractivo, ya se trate de algo natural o de algún proyecto de alto nivel. Luego de haber experimentado una baja peligrosa en el turismo, tal parece que las cosas están tomando fuerza una vez más. Muestra de ello es que Cayo Levantado ha sido acondicionado y que hay actualmente hoteles en remodelación, junto con una serie de hoteles pequeños y otros de carácter ecológico que han sido surgiendo en los últimos años.
Para aumentar aún más el atractivo de Samaná, recientemente el Ministerio de Medioambiente inauguró un mirador en Punta Balandra para que el espectáculo de las ballenas pueda ser disfrutado por quienes tienen miedo de hacer un recorrido en el mar.
Sin embargo, me ha llamado la atención lo descuidado que se ve el pueblo de Samaná, donde lo único que puede verse es el compejo Pueblo Príncipe y su malecón, que no estará perfecto, pero puede disfrutarse igual. El resto del pueblo está lleno de casuchas y negocios que parecen quedados en el tiempo, sin aire acondicionado en la mayoría de los casos, a pesar del calor que hace allí. La vieja iglesia o "churcha", legado de los cocolos que se establecieron a finales del siglo 19 a Samaná y otros puntos del país, está actualmente en remodelación, a la vez que se construye lo que parece ser otra iglesia casi al lado.
En Samaná hay demasiados atractivos y demasiado turismo como para que no se vea el progreso entre sus habitantes. Sería interesante si el Cluster Turístico de Samaná estudiara formas de ayudar a mejorar el aspecto del pueblo y así entusiasmar a la gente a que no vaya solo a los complejos hoteleros -donde todo está siempre bien-, sino darse una vuelta por el pueblo y así aprender algo nuevo. Después de todo, la historia de Samaná es bastante interesante, empezando por el hecho de que desde tiempos coloniales fue un pedazo de la isla muy codiciado y negociado según los intereses del momento.
Esto que ocurre en Samaná se repite en lugares como San Pedro de Macorís y Montecristi, pueblos con una historia interesantísima y que se han quedado rezagados en el tiempo, a pesar de sus recursos naturales.
Samana era uno de mis destinos favoritos cuando vivia en el pais, no he vuelto desde el 97 y ya en esa fecha se notaba la masiva presencia alemana en el lugar. Creo que lo que narras es una situacion generalizada: nadie invierte en elevar el nivel de vida del ciudadano comun.
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