El miércoles de la semana pasada, cuando estaban los aguaceros en todo su esplendor, se le metió un ruido insoportable al teléfono de mi casa. Esa misma noche, dejó de funcionar. Se llamó a Codetel, se reportó el caso y esta es la fecha en que aún no tenemos teléfono. Conociendo cómo opera esta compañía, y en base a experiencias previas, diría que nos espera un largo suplicio.
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En lo que va del año, han sido muy frecuentes las averías con Codetel, cuya capacidad de respuesta es al parecer cada vez menor. Quién sabe, quizás tienen tantas quejas que atender que no les da el tiempo, o quizás tenga que ver con técnicos mal entrenados que no saben distinguir un problema de otro, tal como nos ocurrió en una ocasión: la línea estaba muerta y mandaron a un técnico bastante desaliñado que diagnosticó el problema en las líneas soterradas. Justo cuando iba a mandar a cavar, llamaron de Codetel diciendo que estaba resuelto el problema, que era una avería en la central. A ver, ¿cuál es la lección que se desprende de aquí?
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