En varias ocasiones he hablado de la falta de conciencia que muestra el dominicano promedio a la hora de cuidar su entorno y sus recursos naturales. Esta falta de conciencia se hace evidente cada vez que vemos gente tirando basura desde un vehículo en movimiento: cáscaras de guineo, envases de jugo, latas, servilletas y hasta colillas de cigarillo.
Es también evidente en la ignorancia del campesinado que insiste en el conuquismo y en la avaricia de consorcios que se hacen ricos a expensas de secar un río, tal como le está sucediendo al Yaque del Norte, al Nizao y otros más que han sucumbido a la práctica de sacar agregados para uso en construcción.
Por la falta de conciencia el país se está quedando sin ríos, lagos y arroyos. Iguanas, cotorras y otras clases de animales y plantas están en peligro de extinción porque sus hogares están siendo destruidos. Pero más que eso, no se está pensando en las consecuencias que esta destrucción tiene sobre nosotros mismos.
Quizás hoy no nos demos cuenta del daño, mientras se desperdicia agua alegremente, mientras se cortan árboles indiscrimandamente, mientras se vierten desechos sólidos y aguas negras al mar y otras fuentes acuíferas. En 30 años, 50 como máximo, veremos los resultados. Desde ya se prevé que habrá una crisis mundial en este frente, una situación extrema en donde el agua será tan cotizada y deseada como hoy lo es el petróleo. El escenario mete miedo, pero nadie parece reaccionar.
Hace unos días la Secretaría de Medio Ambiente anunció un plan conjunto con organismos de Santiago para rescatar el Yaque del Norte. Sin embargo, las granceras que allí operan alegan tener permisos, lo que en sí constituye una barbaridad. También en días pasados Medio Ambiente sancionó a un empresario que envenenó unos framboyanes en la avenida Tiradentes.
Ambos son casos donde el salvajismo y la falta de conciencia están presentes. ¿Qué daño puede hacer un framboyán, un árbol tan hermoso, sobre todo cuando está florecido, como en esta época? Es increible la cantidad de propietarios de negocios y de apartamentos que está a favor de tumbar árboles por considerarlos un obstáculo o porque "los pajaritos me ensucian el carro".
Bien por Medio Ambiente, pero creo que sus acciones serían más efectivas si van acompañadas de una amplia campaña educativa destinada a crear conciencia entre la población, porque claramente la ignorancia es lo que campea.
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En la imagen: los framboyanes de la Tiradentes (Dominicanos HOY)
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