(*) Esta entrada estaba supuesta a salir ayer, pero por falta de luz no se pudo.
Ayer, como cada 25 de noviembre, llovieron los elogios sobre las Hermanas Mirabal, esas jóvenes que junto a sus esposos desafiaron al régimen trujillista, pagando con sus vidas tal atrevimiento. Casi todos conocemos la historia: mientras regresaban de Puerto Plata tras visitar a sus maridos en la cárcel, Patria, Minerva y María Teresa fueron interceptadas en algún lugar cercano a La Cumbre por los esbirros de Truijillo, quienes las mataron junto al chofer Rufino de la Cruz.
Como era costumbre en la Era de Trujillo, el asesinato de las Mirabal se hizo ver como un accidente, pero pocos lo creyeron así. Por la crudeza del caso, y específicamente por involucrar mujeres, el asesinato de estas hermanas contribuyó fuertemente a la caída del régimen, que culminó con el ajusticiamiento del tirano el 30 de mayo de 1961.
Años después, en 1981, la delegación dominicana que participaba en Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Bogotá, propuso la designación del 25 de noviembre como Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, como forma de rendir homenaje a las Hermanas Mirabal. La solicitud fue aceptada, y desde entonces la fecha es representativa del maltrato que reciben millones de mujeres en todo el mundo.
Es buena iniciativa que para conmemorar la fecha se hagan caminatas, se presenten charlas y se trate el tema de la violencia hacia la mujer en medios televisivos y en periódicos y revistas. Pero no es suficiente: las estadísticas muestran pocos avances en la materia, no solo en República Dominicana, sino en Latinoamerica en general. Igual pasa en España y Estados Unidos, donde el maltrato a la mujer sigue siendo un problema serio porque muchas no se atreven a denunciarlo.
En el caso específico de República Dominicana, da escalofríos cada vez que aparece una noticia donde el marido/concubino/novio/enamorado mata a su pareja o ex pareja dizque por amor. Igualmente producen rabia los casos donde hombres sin escrúpulos violan a menores, ancianas y discapacitadas. En cada caso la solución al problema es educación.
Es necesario educar a los hombres para que dejen atrás esas ideas anticuadas del machismo, para que comprendan de una vez por todas que ninguna mujer les pertenece, que cada cual tiene derecho a hacer lo que quiera con su vida. Que se entienda que hay cosas que no se hacen a la fuerza, solo con el consentimiento de la otra persona.
Las mujeres no solo reciben maltratos físicos, también son víctimas de campañas publicitarias que usan sexo para vender. Por ejemplo, nunca he entendido la relación entre una mujer semi-desnuda y una lavadora. Sin caer en lo ridículo, estas cosas deberían regularse.
Imagen: diocesisdecanaria.es
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