Gazcue, la otrora ciudad-jardín de Santo Domingo, ha sido víctima de la desatención características de las autoridades relacionadas con el mantenimiento y el ornato, es decir, el ayuntamiento y la dependencia de Obras Públicas que se encarga del embellecimiento vial.
Gestiones edilicias y gobiernos han ido y venido, y Gazcue tan solo empeora, aún cuando es el entorno de la Casa de Gobierno y sede de una impresionante cantidad de organismos gubernamentales, desde secretarías hasta comisionados.
Uno de los puntos más débiles de Gazcue, además del pobre manejo de la basura, son las aceras, muchas de ellas levantadas por raíces de árboles, otras sencillamente deterioradas por el paso del tiempo. Muchos lugareños se alegraron cuando unos seis años atrás la Presidencia de la República, acatando órdenes del entonces presidente Hipólito Mejía, inició trabajos de sustitución de aceras en el sector. Sin embargo, la alegría duró poco.
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Las nuevas aceras, que no llegaron a cubrir todo Gazcue y que se encuentran también en el malecón, no pudieron ser más desafortunadas. Por motivos desconocidos, la entidad responsable del trabajo optó por colocar unos bloques rosados, no lisos, de superficie resbaladiza. Muchas fueron las personas que cayeron o estuvieron a punto de caer en estas aceras, que hoy día están tan sucias que perdieron el color. Incluso hubo reportes de una señora de avanzada edad que se rompió la cadera al caerse mientras caminaba por la avenida César Nicolás Penson.
Hoy estas aceras están rotas y sucias, pero ya no son tan resbaladizas, quizás como consecuencia del mismo sucio. Es penoso ver como ese dinero invertido no sirvió de nada, y, peor aún, como nadie se ha dignado en por lo menos limpiarlas para mejorarles el aspecto. Lo he dicho antes: Gazcue es digno de mejor suerte.
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