Imagen: COTO Report |
Para actuar estúpidamente no hay que ir muy lejos. Tan solo basta con tener la cabeza de adorno, y listo. Podrá parecer una sencillez, ganas de molestar o incluso una queja sin razón, pero lo cierto es que todos los días, en toda clase de situaciones, la estupidez hace acto de presencia en las más variadas formas.
Veamos un ejemplo clásico: los tapones. Aún cuando hay factores que favorecen la formación de tapones a determinadas horas, hay ocasiones en que los tapones son armados por gente inepta al volante. A veces son imprudentes que quieren pasar de un extremo a otro, exhibiendo de paso un tigueraje terrible. Otras veces son personas que no saben qué es lo que quieren o que no saben manejar bajo presión y/o condiciones extremas. En cualquier caso, es increíble la cantidad de tiempo que hacen perder a otros.
Dejando a un lado los tapones, veamos otra situación cotidiana que mucha gente ignora o hace mal: la planificación, ya sea personal o empresarial. Asombrosamente, hay gente que anda por la vida sin ningún plan, a la buena de Dios, como dicen. Son personas que por lo general no toman en cuenta el tiempo de los otros, que no les importa malgastar su tiempo y, sobre todo, que se embarcan en proyectos sin tomar en cuenta las variables que le pudieran afectar su desempeño. El resultado es, además de mucho ajetreo y estrés, proyectos ejecutados a medias y de manera mediocre, aunque a veces la pegan por pura suerte.
La inteligencia no la venden. Muestra de ello es la cantidad de gente que cae en ganchos con ofertas que son demasiado buenas para ser verdad y que a todas luces huelen a engaño. A favor de esas "víctimas" hay que decir que muchas veces su buen juicio se ve nublado por la ambición y la posibilidad de generar riquezas de la manera fácil. Por eso los vendedores de falsos lingotes de oro, los esquemas tipo pirámide y los timadores abundan, con todo y que cada una de esas estrategias está bien documentada y que hay advertencias de sobra al respecto.
La inteligencia no la venden. Una verdad tan evidente como aquello de que la estupidez es un asunto global.
Una verdad del tamaño de la Catedral! Ufffff
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