Foto: carolradway.com
A veces da la impresión de que la humanidad vive de engaño en engaño, sobre todo en aspectos que tienen que ver con medicina, ciencia, ética, religión y política. Contrario a lo que piensa la mayoría de la gente, la manipulación política y el encubrimiento de actos contrarios a las buenas prácticas no son algo exclusivo de este país. Más bien, hemos aprendido de otros países que quizás encubren sus faltas con más estilo, faltas que décadas después salen a relucir, provocando las más diversas reacciones ante la monstruosidad de las mismas.
A veces da la impresión de que la humanidad vive de engaño en engaño, sobre todo en aspectos que tienen que ver con medicina, ciencia, ética, religión y política. Contrario a lo que piensa la mayoría de la gente, la manipulación política y el encubrimiento de actos contrarios a las buenas prácticas no son algo exclusivo de este país. Más bien, hemos aprendido de otros países que quizás encubren sus faltas con más estilo, faltas que décadas después salen a relucir, provocando las más diversas reacciones ante la monstruosidad de las mismas.
Así, por ejemplo, Estados Unidos, a través de sus servicios de inteligencia, ha hecho toda clase de experimentos que al día de hoy se considerarían inhumanos, siempre usando a negros, latinos y etnias minoritarias a modo de conejillos de indias. La mayoría de esos trabajos están archivados y forman parte de documentos top secret, pero algunos han visto la luz, y las reacciones no se han hecho esperar. Igualmente hay estados que controlan absolutamente todo y que en esa misma medida manipulan a la población a su antojo. Es lo que sucede en regímenes totalitarios como el de Corea del Norte.
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Quizás el caso de engaño sistemático más grave y de mayor alcance tenga que ver con la iglesia, sin importar que se haya dividido en mil sectas y que cada una de ellas proclame su verdad como más le convenga. En el caso específico de la iglesia católica, ésta no solo ha estado plagada de escándalos de pederastia y homosexualidad a una escala casi global, sino que ahora está en la mira de una investigación centrada en España y que tiene que ver con el robo y posterior venta de bebés al mejor postor, una práctica que al parecer se mantuvo hasta 1989 con la anuencia de la mentada iglesia.
De acuerdo con un documental de la BBC, se trata de una mafia que se instaló durante la dictadura del general Franco en España y en la que participaron doctores, enfermeras, monjas y sacerdotes. Se calcula que unos 300 mil bebés fueron literalmente robados y vendidos a parejas devotas de la religión católica que contaban con buenos ingresos y que no tenían hijos. En la mayoría de los casos se engañaba a la verdadera madre -generalmente jóvenes, solteras y pobres- con el cuento de que la criatura había fallecido al nacer, mostrando en ocasiones la foto de un cadáver que parecía estar congelado.
Psicología y psiquiatría son dos áreas de la medicina que mucha gente prefiere obviar. No es porque se asocien a la locura ni porque sean aburridas, sino porque hay todo un historial de condiciones que a primera vista no convencen del todo. El ejemplo clásico es el trastorno de personalidad múltiple, que, como su nombre indica, consiste en un conjunto de personalidades distintas que habitan dentro de un individuo y que salen a relucir en el momento menos pensado, cada una con nombres, edades e intereses específicos. Suena fantasioso, ¿verdad?
Pues bien, a pesar de la controversia que siempre ha rodeado al trastorno de personalidad múltiple, a lo largo de las décadas se ha defendido la veracidad del mismo, y siempre se pone como la prueba definitiva de su existencia un libro llamado Sybil, un bestseller publicado en 1973 que cuenta la historia de una paciente con 16 personalidades distintas que surgieron a raíz de abusos que sufrió de niña.
Todo muy interesante, excepto que unas cartas archivadas en John Jay College, Nueva York, revelan que todo eso fue un engaño urdido por tres señoras que ya han fallecido: una terapeuta, Connie Wilbur, la paciente, cuyo nombre real era Shirley Mason, y una periodista, Flora Schreiber, que fue quien escribió el libro. ¿Qué les parece?
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