Foto: riponmainst.com
¿Qué es lo peor de hacer diligencias? Encontrar un lugar para estacionar el vehículo que sea seguro, de fácil acceso y cercano al lugar. No importa que se trate de oficinas públicas, consultorios médicos, bancos o tiendas, lo raro es que estos sitios provean un espacio adecuado para el estacionamiento, con la consecuencia de que el conductor a menudo deja su carro muy lejos, sin ninguna garantía de que lo encontrará intacto.
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La situación no es exclusiva de Santo Domingo ni se inventó aquí mucho menos. Hay quienes optan por montarse en carros públicos al hacer sus diligencias, caminar o simplemente pedir bola. Otros se parquean en doble fila, cierran calles y hasta se cogen la acera.
Siendo el caso que esta situación tan solo se agrava por la falta de una cultura de transporte público efectivo (el Metro resulta insuficiente de momento) que lleva a todo el que puede a comprarse su propio carro, debieran de tomar el ejemplo de ciudades como Nueva York, también caracterizada por la escasez de parqueos pero con un buen sistema subterráneo de trenes y con una serie de parqueos públicos esparcidos en puntos claves de la ciudad.
Justamente esta última idea, la del parqueo público, está siendo implementada en Santiago -donde también se están poniendo difíciles los parqueos, sobre todo el la parte histórica- por un grupo de empresarios. Con una inversión de 1,200 millones de pesos, la idea es proveer alrededor de 650 estacionamientos en una edificación de 6 niveles que contempla ascensores y acceso hasta la clínica Corominas, que participa en el proyecto. Además, forma parte del mismo un área comercial de más de 5 mil metros que de seguro dinamizará el comercio por la zona.
La iniciativa de estos empresarios de Santiago es un ejemplo de que no todo se puede dejar al gobierno. En ciudades como Las Vegas, Miami y Los Angeles hay una serie de facilidades de estacionamiento y servicios para viajeros y residentes que son el esfuerzo mancomunado de varias entidades privadas con el aval de las autoridades locales. En Santo Domingo podría hacerse la misma cosa.
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