Siguen las quejas por el poco caso que ponen las autoridades a la situación haitiana, y en esta ocasión me sorprendieron unas declaraciones del ex director de Migración para la zona norte del país, Sabás Burgos, quien cuenta que aspectos tradicionales de Santiago han sido sustituidos por la modalidad haitiana.
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El hecho de que una persona se lamente de que las marchantas de Santiago han sido desplazadas por vendedoras haitianas puede sonar a nostalgia y añoranza para algunos, pero no deja de ser preocupante, sobre todo porque la cosa no queda ahí.
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Los haitianos predominan en varias labores, incluso como en trabajos de domésticas, y si bien nadie debe oponerse a que una persona se gane su dinero honradamente, hay que decir que estas cosas van detrimento de los dominicanos. Peor aún, quienes contratan haitianos lo hacen para aprovechar su condición de miseria y de inmigrante para así pagarles menos. Aparentemente todos quedan contentos con este arreglo, pero no es así. Muchos dominicanos quedan fuera de empleos informales por esta causa.
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Pero esto aún no es lo peor. En los últimos días la frontera ha sido escenario de enfrentamientos entre dominicanos y haitianos en los que incluso ha tenido que intervenir el Cuerpo Especializado Fronterizo (CESFRONT), y cuando se leen los motivos, a menudo el pleito fue iniciado por intento de robo por parte de un haitiano.
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Es como si los mismos haitianos, conscientes de que la comunidad internacional los apoya, estuviesen provocando a los dominicanos con la finalidad de armar un pleito que obligue a una mediación por parte de la ONU o algún otro organismo de esos que sólo sirve a intereses muy particulares. Otro ejemplo de provocación es que haitianos residentes en el país hayan sacado sus banderas en efemérides como el 27 de Febrero o el 16 de Agosto, fechas muy significativas para nosotros.
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Y ustedes, ¿cómo lo ven?
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