Visitar un cementerio dominicano es en la mayoría de las ocasiones una experiencia traumática, donde hay que hacer malabares para no caerse encima de los escombros y no resultar cortado por la maleza que ha crecido por tiempo indefinido. Para colmo, varios cemeneterios, lejos de ser lugares sobrios y solemnes, se convierten en punto de tráfico de drogas y prostitución, eso sin hablar de las profanaciones y robos que cada cierto tiempo ocurren.
Definitivamente no hay una cultura en el país de cuidar y respetar esos espacios, contrario a otros países, donde incluso forman parte de la riqueza cultural e histórica. Tan precaria es la situación en los cementerios que el padre Amancio Escapa, con motivo de la conmemoración de ayer, externó su queja, queja que de seguro muchas más personas han expresado a través del tiempo, tal como hicimos en este blog hace un tiempo.
En la imagen: cementerio de Villa González, Santiago.
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