Gente sin oficio. Todavía en estos tiempos de ajetreo, prisas y estrés aparece gente que no tiene oficio y que por ende se dedica a molestar a otros, quizás porque están aburridos. Cualquiera pensaría que con lo avanzada que está la tecnología para identificar llamadas y lo caros que están los minutos de celulares la gente se abstendría de estar jugando por teléfono, pero no es así.
Anoche, específicamente a las 11, recibí una llamada en el celular de un número desconocido por mi, pero que estaba identificado (no salió "desconocido" como pasa a veces). Respondí, y acto seguido me trancaron. Al minuto, volvieron a llamar, respondí, y trancaron.
Normalmente asumo que la persona simplemente estaba equivocada o que quizás la comunicación falló, pero daba la casualidad de que en ese momento estaba hablando por texto con alguien que está en El Salvador por asuntos de negocios, y pensé que quizás estaba tratando de comunicarse conmigo por esa vía. Al mismo tiempo, la comunicación por texto se había cortado abruptamente. Estaba pensando en devolver la llamada cuando ¡otra vez! llamaron del mismo número. Otra vez trancaron, y ahí decidí devolver la llamada. Cuando contestaron, trancaron. Ya no lo intenté más.
A los cinco minutos pasó algo de lo más absurdo: recibí un mensaje de texto del mismo número misterioso donde se me reclamaba por no hablar y donde se me exigía revelar mi nombre. Con una mezcla de irritabilidad y sorpresa respondí (por texto) que de ese número llamaron tres veces, que las tres veces trancaron, y que si no hay motivos reales para comunicarse conmigo, entonces me dejen en paz. Después de eso no hubo nada más.
Para ponerse a llamar a las 11 de la noche a gente desconocida hay que no tener oficio. Para reclamar cuando se está en falta, hay que ser descarado, y para reclamar a desconocidos cuando se está en falta hay que ser descarado y sin oficio.
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