Leyendo cualquier periódico, viendo cualquier programa de televisión o escuchando cualquier programa de radio es fácil llegar a la conclusión de que los dominicanos somos politiqueros por naturaleza. Es un tema omnipresente del que no se salvan ni los niños, que a medida que van creciendo van asumiendo posturas según el ejemplo que vean en su casa.
Es increíble como el tema de la política está omnipresente año tras año, con una presencia mucho más marcada a medida que se acercan elecciones, ya sean congresuales o presidenciales. Además de los mítines, marchas, cavanaeos y convenciones asociadas al período pre-electoral hay que aguantar a candidatos y defensores en televisión, análisis en la prensa escrita, debates en radio, encuestas hechas al vapor, anuncios, propaganda, afiches y las discusiones que suelen armarse entre opuestos, que a veces terminan matándose.
El colmo es que la política, que poco a poco ha ido colándose en todas partes, ya llegó también al plano deportivo, y ayer hubo una demostración de pésimo gusto para ilustrar el punto. No sé de quien habrá sido la idea, pero de que fue desacertada no hay duda. La fanaticada se expresó a través de Twitter con comentarios que dejaban entrever el nivel de incomodidad que generó la presencia de política tan descarada en lo que se suponía era un juego más de la actual temporada invernal de beisbol.
Por Twitter hubo burlas, quejas y hasta maldiciones contra los organizadores. Hubo gente que se alegró de no haber ido a perder su tiempo, mientras que otros lamentaron el show de mal gusto. Algunas cosas es mejor no mezclarlas, y eso quedó demostrado ayer.
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