Imagen: lil-pixies.blogspot.com
Siempre se ha dicho que la gente todo lo critica, y a pesar de los absolutista que pudiera parecer tal afirmación, en la mayoría de los casos esto es verdad. Todo está sujeto a ser criticado: el diseño de una casa, la labor del gobierno, una película, la forma de vestir y hasta lo que una persona come. Igualmente, siempre aparece alguien que no solo critica, sino que propone como mejorar aquello que considera está mal.
Sí, criticar es muy fácil, y debe ser este el motivo por el que Estados Unidos, como parte de sus labores de "inteligencia diplomática", no tuvo reparos a la hora de describir a líderes mundiales -aliados y enemigos- con fuertes críticas que en algunos casos rayaban en lo personal. Desde la presidenta argentina Cristina Fernández hasta el afgano Hamid Karzai, que se supone es uno de los aliados de Estados Unidos, todos los líderes mencionados en los documentos que Wikileaks empezó a divulgar el domingo llevaron lo suyo.
¿Está mal esto? Por un lado, sí. Todos juzgamos y criticamos, pero raras veces documentamos eso en nuestros archivos ni tenemos como individuos el poder que concentra Estados Unidos como nación. Pero la cosa va más lejos. Es posible que algunos calificativos usados para describir a ciertos líderes no sean del todo equivocados, pero viene la pregunta, ¿y Estados Unidos, cómo se autocalifica? De seguro que piensan solo en los mejores atributos a la hora de describirse como nación y gobierno, aún cuando todos sabemos la realidad.
Criticar por criticar es malo, lo mismo que juzgar sin tener conocimiento de base. Antes de emitir críticas y juicios que pueden desatar una crisis diplomática como la actual, Estados Unidos como un todo debe revisarse y sacar aparte sus propios defectos. Este es un típico caso de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
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