Foto: QuePasaRD.net
Más allá de la estética y la impresión que se deja entre los visitantes, hay razones más que suficientes para que toda la gente aspire a vivir en ciudades y pueblos bien cuidados, agradables a la vista, con estructuras funcionales y servicios de calidad.
Para lograr esto se requiere de la colaboración de la gente que vive en esos lugares, quienes pueden aportar a la causa respetando las leyes, no tirando basura y participando voluntariamente en encuentros comunitarios. Pero más que eso, se requiere de autoridades competentes, con visión integral de futuro y con una mentalidad dirigida hacia el orden y las ventajas que se obtienen de eso.
Podrá paracer una vanidad, pero tener un parque bonito y bien cuidado no solo es un atractivo para el visitante, sino que fomenta un sentido de identidad positivo entre quienes viven allí, pues este parque, como suele suceder en los pueblos, viene a ser el punto de encuentro ideal para fiestas y eventos especiales. Tener un entorno bonito, arborizado, libre de basura, agradable a la vista y con todo en orden contribuye a mejorar la calidad de vida. En un ambiente donde el sucio y la arrabalización predominan es difícil salir adelante, y eso es lo que se ve en los barrios y pueblos más pobres del país.
¿Quién dijo que la pobreza y la fealdad/suciedad tienen que ir de la mano? En parte esto ocurre porque los síndicos no se ocupan de hacer su trabajo, ya sea porque hay muchos intereses de por medio o por simple incompetencia. Hay síndicos que agotan su mandato sin haber ejecutado un solo proyecto, solo cobrando un cheque y haciendo lo mínimo para mantenerse en el cargo. Hay otros que con el presupuesto recibido hacen obras de bien común, educan a la población y dejan un buen legado.
Es hora de que los síndicos dejen de buscar excusas para no hacer su trabajo y que integren a las comunidades donde trabajan para que las cosas empiecen a cambiar. Como ya he dicho antes en este blog, lo que hace falta es un cambio de mentalidad.
Por razones que no vienen al caso, yo soy peatón hace un tiempecito (luchando con conchos y OMSAS, uff). Me toca atravezar el Nueve de la Duarte casi todos los días. Me encanta los días en que llueve, a pesar de la molestia que implica, porque en esos días el puente peatonal que comunica las dos riberas de la Duarte en ese famoso kilómetro está totalmente despejado del improvisado mercado de pulgas que se arma todos los días allá.
ResponderEliminarLiteralmente, la mitad (si no más) del espacio destinado a los peatones subir, caminar y bajar del puente son ocupados por una caterva de vendedores, pregoneros y limosneros que no aportan absolutamente nada más que molestias.
Justo e los lados del puente existen puestos de venta creados precisamente para que los vendedores se coloquen allá. ¿Por qué no lo hacen? Sencillamente porque no les da la gana. O porque les sale caro. O porque no pasa la misma cantidad de personas. El punto es que el famoso puente siempre tiene un mercado encaramado, y eso no debería pasar.
"¡Ah, pero es que son padres de familia buscándosela!", "Tienes que aprender a ser sensible con esa pobre gente que no tiene otro medio de subsistir", "Piensa que si no se la buscan así, tendrían que robar o prostituirse". (Añada sus excusas adicionales).
El punto es que en esos espacios públicos empieza uno, luego otro, y en una semana está todo ocupado, sin derecho, sin autorización y sin que nadie haga nada.
Así, con esa permisividad, jamás lograremos salir del atraso y del caos.
Y como se les deja hacerlo, jamás van a preocuparse de buscar algo más rentable qué hacer en la vida. Apuesto a que si pasa un mes y NADIE les compra una sola menta verde, tendrán que inventar otra cosa que sea más rentable...
Cojollo, yo sí estoy hater hoy...
Nada de hater Darío, es la realidad. El desorden existe porque se ha permitido y precisamente bajo esa excusa de que son padres de familia y se la están buscando. En nombre de eso es que hay un desorden permanente aquí. No me opongo al comercio informal como tal, pero con un poco de orden sería mucho mejor.
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