Ya lo había dicho antes: ahora cualquiera es un experto. Tan solo basta con reproducir material de terceros, a veces de manera descarada y a la clara, hablar mucho y con palabras grandes, y listo, un experto aparece ante los ojos de las masas que ignoran el tema sobre el cual se habla. Puede que se trate de medicina, ciencia, política, fotografía o tecnología. El tema no importa porque siempre habrá un público incauto que no sabrá distinguir entre expertos reales y falsos gurús.
Ahora bien, para la gente que presta atención a los detalles, que por curiosidad innata lee entre líneas y analiza el comportamiento del supuesto experto que habla (o que escribe), distinguir lo real de lo falso no es tan difícil. En primer lugar resalta el hecho de que un falso gurú siempre se va a presentar con títulos que le quedan grandes, esto con la intención de tapar sus lagunas y de paso inflar su ego. Entonces, cuando una persona insista en hacer alarde de sus conocimientos, en presentarse como el experto más experto en la materia, ya sabemos que hay problemas.
Siempre se ha dicho que la gente alardea de lo que carece, y este es un perfecto ejemplo de esa realidad. Una persona que realmente domina un tema no tiene la necesidad de estarse auto-resaltando porque sabe que su trabajo habla por sí solo. En pocas palabras, deja que sean otros que resalten sus cualidades y, lógicamente, hace lo necesario para mantener su nivel: se informa, se documenta, investiga, experimenta y continúa innovando. Otra cosa importante es que para ser experto en una área se requiere de tiempo y mucha práctica, por eso los expertos suelen ser personas de cierta edad, aunque esto también depende del área.
Los mal llamados expertos que al día de hoy proclaman sus atributos en periódicos, televisión, radio e Internet no son más que unos narcisistas que tienen tan poco que ofrecer que compensan promocionando sus negocios y a ellos mismos. Tal es el afán de protagonismo y reconocimiento que a menudo hacen declaraciones descaradas que no aguantan el menor escrutinio.
Justo ayer pude ver un ejemplo clarísimo de esta mala práctica en la sección de tecnología de un periódico de circulación nacional. Lo expuesto allí, además de ser penoso y vacío, era una falta de respeto al público lector. Hay que tener un poco más de criterio para estas cosas.
El artículo me recuerda a la "fiebre o fenómeno de los blogs" y los cochocientos expertos que salieron sobre...una herramienta gratuita y que no tenía gran complicación para usar. De verdad, el asunto daba risa. Sobre todo cuando atribuían resultados a un espacio sectorial que se habían dado en otros países, pero que aquí nada que ver.
ResponderEliminarPor otro lado, es común que se den estos casos de "expertos de los superfluo" o "expertos coyunturales". Es lo que se llama "viviza". Lo que es digno de estudio es como la gente sigue aupando estas cosas.
Buen ejemplo Argénida, se me había olvidado ese fenómeno que mencionas. Recuerdo que cuando eso estaba en sus buenas me preguntaba si realmente era necesario tanto aparataje, veo que no soy la única que lo pensó.
ResponderEliminarTienes toda la razón con eso de que el veradero fenómeno digno de estudio es cómo la gente sigue aupando esas cosas.
Saludos!