Imagen: El Nacional
Es difícil encontrar posiciones verdaderamente neutrales, y eso es independientemente del tema que se esté tratando o el campo donde se emitan las opiniones. Obviamente estas cosas se extreman cuando la política está de por medio. Así es como se ven las más inverosímiles campañas sucias, acusaciones, dimes y diretes, con el agravante de que se trata de algo mundial. Nadie, ni siquiera los estadounidenses, se salvan de eso.
Es difícil encontrar posiciones verdaderamente neutrales, y eso es independientemente del tema que se esté tratando o el campo donde se emitan las opiniones. Obviamente estas cosas se extreman cuando la política está de por medio. Así es como se ven las más inverosímiles campañas sucias, acusaciones, dimes y diretes, con el agravante de que se trata de algo mundial. Nadie, ni siquiera los estadounidenses, se salvan de eso.
Dar opiniones sesgadas viene siendo una suerte de deporte mundial, y el verdadero problema que se desprende de aquí es el daño que se hace a figuras públicas y países cuando son mostrados bajo una luz injusta, pues hay a menudo un factor de ignorancia y desconocimiento en el público al que llegan esas opiniones.
República Dominicana es un buen ejemplo de como los intereses de ciertos grupos deforman ciertas realidades. Específicamente hablo del tema haitiano y de cómo se mantiene una campaña permanente contra un país que históricamente ha provisto toda clase de ayudas al pueblo haitiano, a tal punto que hoy se encuentra minado de haitianos que piden en las esquinas, que abarrotan los hospitales públicos y que en general se dedican al comercio informal, ya sea vendiendo frutas, limpiando vidrios o cuidando carros. Es también una realidad que los haitianos que se contratan en construcciones o en cañaverales se quedan en suelo dominicano aún cuando no tienen sus papeles en orden.
Esta es la realidad dominicana en lo que concierne a Haití. Sin embargo, el deseo de algunos países, por no decir de todos, es que como mínimo haya una fusión de ambas naciones, y solo así se explica que cada cierto tiempo aparezcan "reportajes" donde se acusa a la República Dominicana de no dar suficiente ayuda a Haití, acusación que por lo general va seguida de denuncias por ejercer su derecho a repatriar a los haitianos ilegales y que sobredimensionan el supuesto racismo que hay contra los mismos.
Me atrevo a decir que ese racismo que mencionan es el mismo racismo que de manera sistemática se ejerce en Estados Unidos contra los latinos, sobre todo si son mexicanos. Dicho sea de paso, Estados Unidos también hace repatriaciones masivas cuando le da la gana, con la diferencia de que ellos mismos no se clavan el cuchillo ni se acusan de ser discriminatorios o abusadores. Siempre y cuando la falta sea de otro se puede denunciar, ¿o no es así?
Este artículo del New York Times, que fue comentado ayer en el editorial del periódico El Nacional bajo el título de "Cretinismo", es un perfecto ejemplo de una opinión sesgada que responde a intereses muy particulares.
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