A todo el mundo le ha pasado: le presta un libro a un amigo, y hasta la vista. El amigo o tarda en devolver lo que cogió prestado o simplemente se lo queda. Si de casualidad el "prestamista" osa reclamar algún día por lo que es de su propiedad y que prestó de buena fe, que se prepare, porque pueden pasar cosas realmente extrañas.
Hay gente que se ofende cuando le reclaman por cosas que le han prestado. Otros se hacen los "chivos locos". Hay también un grupo que además de ofenderse lleva las cosas al plano personal y emocional, apelando a frases que apuntan a que la amistad vale más que el valor de lo que se ha prestado. Si bien esto puede ser cierto, hay que ver también que estos reclamos no hubiesen sucedido si quien recibió el favor hubiese cumplido con su parte. Pero no, es más fácil ofenderse que analizar la situación y llegar a la conclusión que esa es una reacción injusta y que en honor a la verdad el que reclama es el que tiene todo el derecho a estar molesto u ofendido.
A pesar de que hablo de libros, esta situación es extensiva a cualquier cosa: ropa, adornos, accesorios, cuadernos (se da mucho en colegios y universidades), trabajos de grado (aquí se arman unas clases de lío que no tienen madre), bultos, carteras, implementos de jardinería , herramientas mecánicas, películas, CDs, y hasta dinero.
Esta propensión que tiene la gente a quedarse con lo ajeno, sobre todo si son libros, es la razón de muchas desavenencias que a menudo terminan en enemistad, con el agravante de que ninguna de las partes quiere admitir que se equivocó. No. En vez de eso cada cual se enfrasca en SU verdad. El que reclama lo ve por el lado de que es un derecho que tiene y que eso no es nada para ofenderse. El otro lo ve como un asunto de orgullo personal y falta de consideración. Todo fuera tan fácil si la gente respetara los derechos del otro, como decía Benito Juarez.
También es un error prometer la entrega o devolución de una cosa y que se quede en el intento. Si hay problemas, ya sea porque se no se ha terminado de usar eso que se prestó o que hay situaciones que impiden su feliz retorno, lo ideal es que se hable claro y no hacer promesas que no se puedan cumplir. Aún cuando en teoría sigue estando la misma situación, la reacción en estos dos escenarios es bastante diferente.
Prestar cualquier cosa, lo mismo que hacer favores, es un riesgo. La Rochefoucauld lo dijo con una claridad tremenda hace tiempo: "Mientras se está en situación de hacer favores se encuentran pocos ingratos". (En la imagen: litografía de Honoré Daumier: "País ingrato, no mereces mi trabajo". Blog "Learning curve of the ecliptic")
Yo no presto ni libros ni películas ni CDs de música ni casi nada. Presto dinero si puedo, pero me hago de cuenta que lo he perdido o regalado. Si acaso alguien me pide algo que no quiero prestar, fácilmente termino comprando un ejemplar igual y regalándolo como si fuera mío.
ResponderEliminarAquí no hay mucha cultura de respetar los préstamos de cosas entre amigos.