Recortes de personal. Un fenómeno mundial que suele estar asociado a las crisis económicas. Sin embargo, esto no se limita a esa situación. Hay negocios que por mera tacañería deciden tener un personal incompleto y que no da abasto a las demandas de la clientela que los suele visitar. El resultado de esto es un servicio deficiente que a su vez se traduce en digusto para el cliente. Dependiendo de las circunstancias, es posible que esos clientes disgustados decidan cambiarse a otro negocio donde se sientan mejor atendidos y más satisfechos, y así lo que empezó como una estrategia de ahorro de costos se convierte en una tragedia de pérdidas masivas y posible cierre.
En algunos casos no se entiende qué lleva a los dueños y/o administradores de negocios a recortar su personal, sobre todo cuando se trata de negocios afluentes y que se supone generan suficientes ganancias mensuales como para mantener su estructura.
Así, por ejemplo, un salón de belleza que lleva ya años establecido y con una clientela que es casi fija no puede estarse dando el lujo de tener a una sola persona para lavar cabezas o para hacer los arreglos de manos y pies. El cuello de botella que se arma cuando llegan tres clientes al mismo tiempo es una cosa espantosa que hasta puede hacer perder a los clientes, aún sea momentáneamente. Para colmo, en este ejemplo particular, los servicios no son para nada baratos, lo que hace que se justifique menos.
Desgraciadamente, la moda ahora parecer ser funcionar con el mínimo posible de personal. Bares, restaurantes, cafés, lounges y demás son un ejemplo de personal que no solo es insuficiente sino que muchas veces es ineficiente, sea porque no hubo entrenamiento formal o porque no hay motivación. Igualmente ocurre en bancos, tiendas de ropa, compañías de teléfonos y en donde sea que brinden cualquier tipo de servicio.
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