Como sucede en todas partes del mundo, un día cualquiera un ladrón decide meterse a un salón de belleza con la mera intención de robar. Presumiblemente el ladrón anda detrás del dinero del cajero, o quizás pretenda llevarse par de implementos, nunca se sabe en realidad con estos cacos. Sin embargo, las cosas no le salieron ni remotamente bien.
De repente, y sin estárselo esperando, el ladrón recibe una soberana patada que lo deja noqueado, cortesía de la dueña del salón, nada menos que cinturón negro en karate. Acto seguido, la dueña del salón lleva al ladrón a un cuarto trasero, donde lo amarra al radiador para que no escape. Y aquí es donde se pone bien rara la historia: por dos días el ladrón se convirtió en un esclavo sexual de salonista. En ese tiempo su única comida consistió en viagra. Y todo eso para enseñarle una lección, según contó el ladrón a la policía una vez pudo salir del salón.
Esta historia, que se desarrolló en Rusia hace dos años, es bastante real. Según reportes, la policía se enfrentó a un verdadero dilema, pues si bien el ladrón podía ser encarcelado por intento de robo, a la salonista le cabía la misma posibilidad por asalto y violación. Dicho sea de paso, la salonista reaccionó indignada cuando se enteró de que el ladrón la había denunciado, y a modo de respuesta denunció su intento de robo.
Una historia tan insólita como esta vale la pena comentarla, aún no sea una noticia tan fresca.
...Y no publican la dirección del salón.
ResponderEliminar#noejuto!