A veces da la impresión de que la estupidez humana no tiene límites, y este caso lo demuestra perfectamente: un australiano que se dedicaba a embadurnar paredes con graffiti en Coomera, Queensland, decidió orinar encima de un transformador luego de haber terminado su más reciente obra en una noche lluviosa.
Por aquello de que agua y electricidad no se mezclan, el vándalo terminó hospitalizado con severas quemaduras luego de haber recibido una descarga eléctrica de hasta 22 mil voltios. Quien sabe, quizás este jovenzuelo aprenda su lección, si es que sobrevive...
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