La Era de Trujillo en museo

Sea porque se trata de un evento relativamente reciente, porque aún quedan vestigios o porque resulta fascinante para algunos, el tema de la Era de Trujillo es uno que no pierde vigencia en la sociedad dominicana.

Autores locales y extranjeros han escrito numerosos libros acerca del tirano y la forma en que por 30 años condujo los destinos del país. Se han documentado los mecanismos de inteligencia y tortura del régimen, donde sobresalen la figura de Johnny Abbes García y las cárceles del 9 y la 40. Relatos de familias que cayeron en desgracia con el Jefe abundan, familias cuyos miembros fueron desaparecidos, asesinados o que simplemente huyeron. En contraste, hay también amplia documentación de la fastuosidad que caracterizó al régimen, siendo el Palacio Nacional la prueba de la grandeza que sentía Trujillo.

Paradójicamente Trujillo se regía por el lema "Rectitud, Libertad, Trabajo y Moralidad", que era lo que identificaba a su partido. A través de los años, y a medida que ganaba más adeptos, los elogios se salieron de las manos y el resultado fue un tirano que tenía los medios y el poder de salirse siempre con la suya. Jesús de Galíndez, las hermanas Mirabal, el piloto Murphy y Octavio de la Maza son solo algunos de los casos más conocidos de víctimas del régimen, tan terrible que hasta tuvo participación directa en el atentado que en 1960 casi cuesta la vida al entonces presidente venezolano Rómulo Betancourt.

A pesar de la cantidad de libros y documentales disponibles, hay muchos detalles de la Era de Trujillo que son ignorados por los dominicanos, sobre todo entre las poblaciones más jóvenes, pues en las escuelas y colegios la historia patria casi nunca llega tan lejos. Cuando yo era estudiante de colegio lo más lejos que se llegó fue a la invasión estadounidense de 1916. De Trujillo, Balaguer, Reid Cabral, Triunvirato,  Bosch, Caamaño, Antonio Guzmán y demás nunca se hablaba porque no daba el tiempo.  

Por este motivo debería de crearse un museo relativo a la Era y sus consecuencias, tal como lo ha propuesto un diputado de San Cristóbal. La idea ha generado bastante polémica porque hay quienes entienden que se está haciendo un culto al "Jefe", y siendo el caso que hay todavía sectores trujillistas que se han reactivado aún más luego de la publicación del libro de Angelita Trujillo y las actuaciones de unos nietos del tirano, se comprende la reacción.

De hacerse un museo, este debe tener todo debidamente documentado, tanto lo malo como lo bueno (es difícil de creer, pero Trujillo aportó al menos dos cosas: la institucionalización del país y la cancelación de la deuda externa). En cualquier país una historia como la de Trujillo sería aprovechada no solo como lección histórica, sino como atractivo cultural capaz de generar cierto turismo. El museo que proponen podría tener una sección especial dedicada a las víctimas y otra dedicada a los que participaron en su ajusticiamiento, integrado por fotos, documentos, artículos personales y otros efectos.

Si no lo cree así, nada más hay que ver como Israel presenta los horrores del Holocausto en un museo que es visitado por locales y extranjeros por tratarse de una parada obligatoria. Y así hay numerosos ejemplos diseminados por el mundo. Ahora bien, lo que jamás debe hacerse es un tributo a Trujillo, el museo debe mantener siempre una posición neutral en este aspecto.