Horrores laborales

Imagen: The Smarter Wallet

Cuando una persona se esmera en hacer un trabajo de calidad, enfrentando toda clase de obstáculos y trampas de por medio, generalmente no lo hace porque espera obtener algún reconocimiento, sino porque le satisface de manera personal el hacer las cosas bien. Paradójicamente, este es el tipo de persona que lleva las de perder a la hora de una evaluación de trabajo, durante premiaciones y en el día a día.

Son personas constantemente maltratadas por superiores que se creen con derecho y autoridad a descalificar a otras personas simplemente porque no son de su agrado. Generalmente se da el caso de que estos superiores tienen pocos méritos que les avalen, y como una forma de ocultar sus deficiencias y a la vez generar respeto, tienden a abusar verbalmente de aquellos que se encuentran por debajo en la pirámide de la jerarquía.

Cuando esos superiores que tienen pocos méritos son además ignorantes y tercos, entonces es que la cosa se pone buena. Quienes trabajan con estos personajes se ven sujetos al yugo de una persona que no acepta consejos, que toma decisiones inoportunas sin antes haber analizado la situación y que se deja llevar de los impulsos y las emociones del momento. El resultado de esto es que a cada momento hay que apagar fuegos que pudieron haberse evitado desde un principio. 

Todavía la gente no aprende que se obtienen mejores resultados tratando a las personas -sean estos superiores o subordinados- de manera cordial y amable. No solo fluye mejor el trabajo, sino que las cosas se hacen con más entusiasmo y el resultado final tiende a ser satisfactorio. Igualmente, cuando las cosas se sopesan y se someten al análisis de gente clave en una organización tiende a haber un mejor uso de los recursos y resultados mucho más satisfactorios que cuando las cosas se hacen con impulsividad.