Un asunto de cultura

El incidente del liceo República de Argentina, ocupado el domingo por un grupo de jóvenes que se hace llamar "Los Libertarios", puso en evidencia una situación que se repite en otros liceos, así como en escuelas, hospitales, clínicas, destacamentos policiales y otras dependencias gubernamentales: la falta de mantenimiento y el consecuente deterioro de esos lugares tanto a nivel de infraestructura como de mobiliario.

Foto: EFE (Diario Libre)

La verdad es que nunca he podido entender dónde yace la dificultad para dar mantenimiento a esos lugares y así evitar que se conviertan en los desastres que vemos día tras día, ya sea a través de denuncias por periódicos o en reportajes que se pasan por TV.

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A veces da la impresión de que todo esto forma parte de una cultura que no aprecia las cosas bien hechas, que le da tres pitos vivir entre el sucio y que no tiene la conciencia suficiente para cuidar las cosas, ya sean propias, ajenas o de uso público. Sólo así se explica que las autoridades y los estudiantes de una escuela puedan pasarse años tomando clases en un sitio que acusa un deterioro tan avanzado sin que nadie haya hecho nada al respecto. Tuvo que ir un grupo de gente y hacer un show para que alguien tomara la iniciativa de adecentar eso, y eso tan solo demuestra que la gente en este país está demasiado acostumbrada a que venga otro y le resuelva sus cosas.

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Yo nunca he entendido eso de una escuela con baños inservibles, con el área verde convertida en depósito de chatarras, con las paredes sucias y un deterioro generalizado que se observa desde antes de entrar. Tampoco entiendo cómo es que se gasta dinero en levantar un boluevard para luego dejarlo totalemente abandonado, por qué no se pueden respetar las áreas verdes y tampoco por qué da tanto trabajo mantener sitios como la Plaza de la Cultura acondicionados. Estas cosas nunca las he entendido, y por eso digo que puede ser un asunto de cultura.

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La gente en este país necesita educarse no solo a nivel técnico y profesional, sino a nivel de convivencia, de ornato y civismo. La gente se ha dedicado a ser muy sucia y desordenada. Creen que tienen derecho a ensuciar cualquier pared con publicidad o graffiti, a tirar la basura donde quieran, a pisotear la grama y dar al traste con la jardinería en calles y avenidas, a orinar a la vista de todos, improvisar pasos donde más les plazca y a violar todas las leyes de tránsito que están en vigencia. Hay que buscar la forma de que todos contribuyamos a que las cosas funcionen mejor, porque de lo contrario esto nunca va a progresar.