Vacaciones. Se supone que es un espacio de tiempo donde no hay que asistir al trabajo, dejando así el tiempo libre para hacer cualquier cosa que normalmente no se haría por esa causa. Después de todo, en promedio dedicamos 8 horas del día al trabajo, y esto es un cálculo conservador porque casi en ninguna empresa se respeta el horario establecido.
Pues bien, en esta semana he estado de vacaciones, pero, por razones que no vienen al caso, me he quedado en el país (casi siempre me voy de viaje, en esta ocasión hice turismo interno en el fin de semana y me he quedado en la ciudad porque tengo un importante compromiso), y he aquí la paradoja fundamental que he encontrado: el tiempo no me da.
Honestamente, me había propuesto dedicar el tiempo de las vacaciones a escribir par de posts que tengo en mente para este blog y también para impulsar mi otro proyecto, un espacio de tecnología emergente y ciencia llamado Vía Tecnológica. Pues bien, entre hacer diligencias, organizar cosas y "descansar" (que no ha sido mucho el descanso), he notado que el tiempo me rinde mucho menos que si estuviera trabajando, con la rutina de siempre. Paradójico, ¿no?
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