Por el frente financiero, las malas noticias dominan el panorama desde hace tiempo. En efecto, desde la crisis de 2008 el pánico persiste y por momentos se manifiesta con fuerza.
Estados Unidos, el lugar donde se originó la crisis, ha estado en la cuerda floja en las últimas semanas, y si no fuera por un acuerdo logrado en esta semana para subir el techo de la deuda a cambio de recortar considerablemente los gastos del gobierno (por el orden de los 2.3 trillones de dólares, nada menos), hoy día estuviera en default con el pago de su deuda externa.
Europa no es que esté mejor: Islandia fue el primer país en caer en default, y si bien ya superó su crisis, no se puede decir lo mismo de Grecia, Portugal e Irlanda. En estos días, la atención se centra sobre Italia y España, tercera y cuarta economías más importantes de la Eurozona, países que actualmente enfrentan una posible situación de impago de su deuda soberana como consecuencia de tasas de interés que han ido aumentando conforme se reducen los niveles de confianza.
No importa que la Comisión Europea ha tomado decisiones tendentes a aumentar el fondo de contingencia disponible para un eventual cese de pagos por parte de las naciones de la Eurozona. De nada ha valido que se haya extendido su radio de acción. Incluso, las declaraciones que tienden a restar importancia a la crisis que actualmente se desarrolla han fallado en evitar que los mercados caigan, a veces de manera estrepitosa.
Hoy, por ejemplo, el índice FTSE 100 en Londres perdió 3.4% de su valor hoy, y en los últimos cinco días las pérdidas alcanzan los 120 mil millones de libras esterlinas. Por su parte, Dow Jones había perdido 350 puntos (3%) en la sesión de la mañana en respuesta a la crisis de la Eurozona. Igualmente cerraron con una baja de 3% los mercados de Italia y España. Analistas de mercados tienen la certeza de que Italia caerá en default si no logra un crecimiento rápido de su economía. De momento, el panorama en España es algo más halagüeño, pero persisten los temores.
Y ahí lo tienen. Este es el panorama financiero mundial al día de hoy, y la cara que muestra no es para nada agradable.
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