¿Estás encargado de hacer un evento o ejecutar un proyecto? Entonces la responsabiliudad que te han puesto encima es grande, aún cuando no lo aparente así. Cuando se trabaja para otro se pasan muchos calores cuando llega el momento de ejecutar un proyecto especial, sobre todo cuando quien lo pide no tiene una idea acabada de lo que quiere.
Ideas van, ideas vienen. Se descartan, se recogen, se reciclan, y al final de la jornada, no se ha avanzado nada. El tiempo va pasando, y lo que parecía estar lejos en el horizonte de repente está al doblar la esquina. ¿Y entonces? Tanto tiempo desperdiciado, y ahora, con el tiempo encima, hay que ingeniárselas para que salga algo más o menos aceptable, porque eso es lo único que se consigue trabajando con prisa, cosas que sacan del apuro en el momento, y nada más. Una vez finalizado el evento, llegan los lamentos: "si tan solo hubiera habido mejor planificación y/o acoplamiento", "qué mala impresión hemos causado", o, simplemente, "hemos perdido esta oportunidad".
Para evitar estas situaciones tan desagradables, lo ideal es planificar, y eso aplica tanto en el trabajo como en el centro de estudios y la casa. Lo que no se planifica raras veces se hace en el tiempo estipulado o tiene los resultados deseados. Lo primero que debe hacerse en la etapa de planificación es definir lo que se quiere hacer. Tener ideas dispares y a lo loco tan solo trae confusión. En estos casos, lo ideal es buscar ayuda profesional para fines de asesoramiento.
Otra parte crítica de la planificación de cualquier proyecto es la disponibilidad de fondos. No hay forma de ejecutar un proyecto adecuadamente si no se han identificado las fuentes de financiamiento, y en este momento es necesario aclarar algo: es una quimera pretender hacer las cosas sin dinero. No solo da más trabajo así porque se pierde tiempo buscando la opción más barata, sino que por lo general el resultado dista mucho del ideal que se tenía en mente. Si no hay dinero, mejor no se hace nada. Así se evitan dolores de cabeza y malos entendidos.
Por último, la gran idea de planificar las cosas es establecer un lapso de tiempo realista para ejecutar cada una de las partes del proyecto. Jamás se deben planificar las cosas al ras, sin dejar margen de tiempo para posibles imprevistos. No solo es estresante, sino que hay una posibilidad muy alta de fallar en la misión si esto ocurre.
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