Logo de LulzSec
A nivel de ciberataques, ciberdelincuencia y demás términos relacionados, el caso Wikileaks es quizás el más conocido y prolífico de todos. Después de todo, se trató de una filtración masiva de información confidencial que puso a Estados Unidos en una posición incómoda a nivel diplomático y que de paso puso en entredicho la seguridad de sus sistemas internos.
Si bien la mayoría de la gente aplaudió y apoyó el coraje de Julián Assange al desenmascarar a una nación que lleva décadas oprimiendo al resto del mundo con su aire de superioridad y doble moral, este asunto de Wikileaks no deja de ser un recordatorio de que tan endeble puede ser la web, un lugar plagado de virus, malware, spyware, hackers y otros peligros que muchas veces son subestimados.
Wikileaks fue algo más que un destape que puso a Estados Unidos en ridículo. De alguna forma u otra, Wikileaks vino a validar un sentimiento de intolerancia hacia las autoridades que ha ido fomentándose por todo el mundo, principalmente entre jóvenes que han encontrado en Internet una forma de desahogo hacia esas mismas autoridades y lo que consideran son sus errores. Blogs, páginas en Facebook, Twitter. Estos medios sociales son usados para propagar ideas y para congregar gente dispuesta a protestar y ser tomada en cuenta.
No es ninguna coincidencia que las protestas de Medio Oriente, evento conocido hoy como "Primavera Arabe", se hayan organizado a través de redes sociales, haciendo caso omiso a las restricciones que normalmente imponen los gobiernos de esos países.
Esas protestas, que probablemente fueron orquestadas por fuerzas invisibles, tienen como elemento común una población, mayoritariamente joven, que está harta de los abusos de poder y la falta de democracia típica de esos países. En occidente también se han organizado protestas que tienen a las redes sociales como protagonista principal, con los indignados de España a la cabeza, quienes han protestado de manera pacífica en demanda de mejoras. El tema de la intolerancia hacia autoridades que aparentemente no hacen las cosas bien se repite una y otra vez.
Protestar es un derecho de la gente, y en esta época de comunicaciones digitales y una web cada vez más social, no es de extrañar que Facebook, Twitter, y los sistemas de mensajería de Blackberry y demás teléfonos inteligentes se presten para ello. El problema es que las protestas no se limitan a eso. Hay una parte más siniestra que tiene que ver con grupos oscuros de hackers que se dedican a tumbar, interrumpir e infiltrar páginas de comercio y gobierno a modo de protesta.
De un tiempo a esta parte, notablemente a partir de Wikileaks, tumbar páginas de instituciones gubernamentales está de moda. Dos grupos han destacado de manera particular este año: LulzSec, actualmente disuelto, y Anonymous, famosos por haber infiltrado las páginas de Sony y la CIA en Estados Unidos. Los hackers han declarado la guerra a los gobiernos de todas partes del mundo, y la prueba de ello es que Australia, Brasil, Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Egipto, Malasia, India y un sinnúmero de países más han tenido que lidiar con ese fenómeno este año. Aquí se han reportado igualmente algunas páginas hackeadas.
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