A estas alturas de juego todo el mundo sabe que el cólera es una enfermedad propia de la suciedad y la falta de higiene, caracterizada por una diarrea muy peculiar y vómitos. Asimismo, se saben las medidas básicas que deben tomarse: no consumir alimentos crudos, lavarse bien las manos y hervir el agua.
No parece tan difícil evitar el cólera. Después de todo, es un asunto de sentido común lavarse las manos antes de comer y manipular alimentos en condiciones de total higiene, ¿no es así? Por desgracia, sobre todo en los estratos más pobres de la población, la higiene es algo que escasea, a tal punto que la mayoría de la gente no repara en evitar comer en lugares donde las moscas están a la orden del día y hacen caso omiso a las recomendaciones de evitar las comidas callejeras.
Cuando una persona hace la observación de que las frituras, jugos, sandwiches y frutas que se venden de manera ambulante representan un riesgo a la salud, por lo general se convierte en blanco de burlas de otros que tienen la mentalidad de que eso no es más que una forma de privar en ser "fino". Sin embargo, la posibilidad de terminar con una ameba o un parásito por estar consumiendo esas cosas es muy real, y ahora que el cólera se ha establecido por estos lados, lo más sensato es evitar esas comidas callejeras.
Si bien Salud Pública y los ayuntamientos están llamados a regular estas cosas, es la gente quien tiene que poner de su parte. He visto gente que entra a los baños y sale de allí sin lavarse las manos. He visto gente comerse algo que ha sido repasado por moscas, sin siquiera preocuparse de los efectos que ello podría tener sobre su salud. He visto gente burlarse de quien no come en la calle, alegando que lleva décadas comiendo eso y sin ningún problema.
En conclusión, contra el cólera lo mejor es llevarse del sentido común, pero a la vez hay que tomar en cuenta que este es el menos común de los sentidos, lo que le convierte en arma de doble filo.
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